Opinión

Europa

Ahora que el próximo 25 de mayo se van a celebrar las elecciones al Parlamento Europeo, no está de más recordar un poco lo que significa ser europeos, sobre todo porque en algunos países, no así en España de momento, existe una corriente antieuropeísta que parece calar con fuerza. En mi humilde opinión, hay dos maneras fundamentales para entender lo que Europa ha significado y significa para la humanidad, una es conocer la historia y la otra darse una vuelta por el mundo adelante.

Cuando uno sale por ahí ve la pobreza que existe en muchos países, la falta de cohesión social, la falta de una sanidad pública y universal (prácticamente solo existe en Europa), la falta de acceso a los estudios de la juventud. No les digo si hablamos de las magníficas autopistas y autovías europeas o del AVE (en el que los españoles somos subcampeones del mundo), además de otras cosas, como por ejemplo la seguridad jurídica, que a nosotros nos parece lo más normal y que sin embargo brilla por su ausencia en la mayoría del mundo. Todo esto, y mucho más, existe en Europa y lo disfrutamos los europeos. Estos privilegios se reflejan cuando uno llega desde el extranjero a un aeropuerto europeo, sea español, francés, italiano o cualquiera otro, y se encuentra con dos accesos en la aduana, uno para los ciudadanos de la Unión Europea y otro para el resto del mundo, es decir, que los privilegios empiezan ya en la misma frontera, y si no que se lo pregunten a los miles de subsaharianos que pretenden entrar en Europa a través de Lampedusa, Ceuta o Melilla.
Pero Europa no solo representa una vida mejor, también es la historia fundamental, la decisiva, de la humanidad. Aquí en Europa se inventó la filosofía (Sócrates, Platón, Aristóteles y muchos otros), aquí se ideó la democracia (en la antigua Grecia), se construyó un sistema jurídico completo por la eterna Roma, nosotros descubrimos América para la civilización occidental (aunque antes hubiesen llegado los chinos) y exportamos al resto del mundo nuestra civilización, nuestra democracia, nuestras ideas y, sobre todo, la capacidad de crítica y la libertad de pensamiento, capaz de mover montañas, transformar sociedades y hacer libres e independientes a las personas.

Tal vez algunos de ustedes, amables lectores, estarán pensando que la primera democracia del mundo fue la de Estados Unidos, país creado en el año 1776 y que redactó su Constitución en 1787, pero no me negarán que aquellos colonos que lo crearon habían nacido en Europa (casi todos en el Reino Unido) y que lo que hicieron fue aplicar en América las ideas de los pensadores europeos, que tan solo dos años después (1789) darían lugar a la Revolución Francesa, sin olvidar que el sistema parlamentario liberal (no el sistema de Cortes que fue creado en España) lo inventaron los ingleses. Y ustedes dirán: sí, pero ahora estamos económicamente mal; y es cierto, pero también lo es que aquí llegó dinero europeo a raudales durante treinta años y que tal vez los españoles gestionamos las ayudas con poco rigor, con demasiada alegría, sin caer en la cuenta de que ésta se acabaría.
Lo que toca ahora es ser cada vez más europeos, ser más rigurosos e integrarnos todos más, porque la unión hace la fuerza. Por algo el nombre oficial de nuestro sistema político es el de “Unión” Europea. No cabe duda, fuera de Europa, y de la unión y los privilegios que representa, hace mucho frío.

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