Opinión

De Gutenberg al e-book

Se publicó la semana pasada que desde hace pocos años se cerraron casi la mitad de las librerías de España y que en el 2014 fueron 912 las que lo hicieron, cifra récord. En fin, una pena. Se podrá decir que la desaparición de tantas librerías es producto de la crisis económica, y tal vez sea así, aunque yo creo que la causa principal son las nuevas tecnologías. En la historia hay una evolución del libro, las bibliotecas y las librerías. Antiguamente existían bibliotecas. La de Nínive es la más antigua que se conoce, en ella se encontraron tablas de arcilla con escritura cuneiforme. Aunque la más famosa es la de Alejandría, en el antiguo Egipto, con sus papiros manuscritos, a la que las tropas de Julio César le plantaron fuego en el año 48 antes de Cristo.
Después aparecieron los monjes cristianos que en sus monasterios copiaban libros, a un ritmo lento, sin prisa, al fin y al cabo eran muy pocos los que sabían leer. Hasta que en el siglo XV Gutenberg inventó la imprenta y con ella revolucionó la producción de libros, pasando de la copia manuscrita a la edición en serie. Ello a su vez facilitó la aparición de las librerías, primero ambulantes y después en establecimientos.


Durante siglos los libros se han confeccionado, y se confeccionan, en papel, ya sea como rollo de papiro o tipo códice. Pero ahora surge una revolución tecnológica imparable a través de internet que propicia, por primera vez, un libro electrónico, sin soporte de papel, llamado e-Book en el que se descargan las obras literarias sin necesidad de moverse de casa, simplemente mediante una compra a través de la red. Está claro que el libro no desaparece, sino que se transforma de libro de papel a electrónico y que es esta revolución la que ha de llevar a las librerías a adaptarse a esta nueva realidad. Fue una innovación técnica (la imprenta) lo que propició la aparición de las librerías y es una innovación tecnológica (el e-Book) la que las pone en crisis.
Parece evidente que toda librería que quiera sobrevivir tiene que tener un departamento de ventas a través de la red (y ya de paso ampliar el negocio a la venta del propio e-Book) y otro presencial de libros en papel, aunque sea en menor cantidad. Porque las librerías y los libros en papel nos siguen gustando a muchos. A mí se me hace difícil sustituir un libro en papel por un e-Book, porque éste no tiene el encanto del tacto del papel, de su olor, de poner el marca páginas, de guardarlo en la librería, de escribir al principio la fecha, tu nombre o algún tipo de anotación que en el futuro te recuerde cuando lo leíste (“verano del 2000” o “regalo por mi X cumpleaños”, por ejemplo), sin olvidarse del placer de visitar una librería y consultar sin prisa.


No estoy en contra del e-Book, aunque según recientes estudios estos aparatos alteran el sueño con sus pantallas luminosas en vez de relajarnos. Nada es mejor que quedarse dormido leyendo un libro de papel. Con todo, el e-Book es otra forma de libro. Las librerías son algo esencial en nuestra cultura desde hace siglos y si llegasen a desaparecer se perdería un importante patrimonio cultural. He leído que en Francia se ha dotado en sus presupuestos una partida para facilitar la adaptación de las librerías a los nuevos tiempos y que en España los del próximo año, por primera vez, también tienen una partida dedicada a esto, lo que demuestra que el problema no sólo afecta a España y que la causa del cierre de librerías trasciende la crisis económica.
En fin, lo esencial son los libros, en papel o en e-Book, porque como leí el otro día en Facebook, “adquirir el hábito de la lectura es construirse un refugio contra casi todas las miserias de la vida” (William Somerset Maugham). Se publicó la semana pasada que desde hace pocos años se cerraron casi la mitad de las librerías de España y que en el 2014 fueron 912 las que lo hicieron, cifra récord. En fin, una pena. Se podrá decir que la desaparición de tantas librerías es producto de la crisis económica, y tal vez sea así, aunque yo creo que la causa principal son las nuevas tecnologías. En la historia hay una evolución del libro, las bibliotecas y las librerías. Antiguamente existían bibliotecas. La de Nínive es la más antigua que se conoce, en ella se encontraron tablas de arcilla con escritura cuneiforme. Aunque la más famosa es la de Alejandría, en el antiguo Egipto, con sus papiros manuscritos, a la que las tropas de Julio César le plantaron fuego en el año 48 antes de Cristo.
Después aparecieron los monjes cristianos que en sus monasterios copiaban libros, a un ritmo lento, sin prisa, al fin y al cabo eran muy pocos los que sabían leer. Hasta que en el siglo XV Gutenberg inventó la imprenta y con ella revolucionó la producción de libros, pasando de la copia manuscrita a la edición en serie. Ello a su vez facilitó la aparición de las librerías, primero ambulantes y después en establecimientos.


Durante siglos los libros se han confeccionado, y se confeccionan, en papel, ya sea como rollo de papiro o tipo códice. Pero ahora surge una revolución tecnológica imparable a través de internet que propicia, por primera vez, un libro electrónico, sin soporte de papel, llamado e-Book en el que se descargan las obras literarias sin necesidad de moverse de casa, simplemente mediante una compra a través de la red. Está claro que el libro no desaparece, sino que se transforma de libro de papel a electrónico y que es esta revolución la que ha de llevar a las librerías a adaptarse a esta nueva realidad. Fue una innovación técnica (la imprenta) lo que propició la aparición de las librerías y es una innovación tecnológica (el e-Book) la que las pone en crisis.
Parece evidente que toda librería que quiera sobrevivir tiene que tener un departamento de ventas a través de la red (y ya de paso ampliar el negocio a la venta del propio e-Book) y otro presencial de libros en papel, aunque sea en menor cantidad. Porque las librerías y los libros en papel nos siguen gustando a muchos. A mí se me hace difícil sustituir un libro en papel por un e-Book, porque éste no tiene el encanto del tacto del papel, de su olor, de poner el marca páginas, de guardarlo en la librería, de escribir al principio la fecha, tu nombre o algún tipo de anotación que en el futuro te recuerde cuando lo leíste (“verano del 2000” o “regalo por mi X cumpleaños”, por ejemplo), sin olvidarse del placer de visitar una librería y consultar sin prisa.
No estoy en contra del e-Book, aunque según recientes estudios estos aparatos alteran el sueño con sus pantallas luminosas en vez de relajarnos. Nada es mejor que quedarse dormido leyendo un libro de papel. Con todo, el e-Book es otra forma de libro. Las librerías son algo esencial en nuestra cultura desde hace siglos y si llegasen a desaparecer se perdería un importante patrimonio cultural. He leído que en Francia se ha dotado en sus presupuestos una partida para facilitar la adaptación de las librerías a los nuevos tiempos y que en España los del próximo año, por primera vez, también tienen una partida dedicada a esto, lo que demuestra que el problema no sólo afecta a España y que la causa del cierre de librerías trasciende la crisis económica.
En fin, lo esencial son los libros, en papel o en e-Book, porque como leí el otro día en Facebook, “adquirir el hábito de la lectura es construirse un refugio contra casi todas las miserias de la vida” (William Somerset Maugham).

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