Opinión

¡Qué hartazgo!

Eso es lo que a mí me produce el tema de Cataluña, hartazgo. Llevamos soportando el problema catalán desde que Felipe V empezó a reinar en España, y aunque en número ordinal es el Felipe anterior al actual Felipe VI, lo cierto es que entre uno y otro han transcurrido unos tres siglos. En el medio, el problema catalán ha tenido momentos álgidos y otros en los que ha estado latente. Tal vez la situación de mayor crisis se produjo en la Segunda República, cuando el entonces presidente de la Generalitat declaró la independencia de Cataluña, sí la independencia, y Azaña tuvo que trasladarse a Barcelona a poner las cosas en su sitio. Ahora volvemos a otra situación de crisis con la pretensión de hacer una consulta.

Y ponen como ejemplo Escocia, aunque mira tú por donde las autoridades escocesas dicen que lo suyo nada tiene que ver con lo de Cataluña, porque su referéndum es legal e hicieron las cosas como hay que hacerlas, primero lo propusieron, después lo pactaron con el Gobierno británico, lo convocaron y lo van a celebrar. Es decir, todo lo contrario de lo que ocurre aquí, donde unilateralmente se dice que se va a convocar para el 9 de noviembre y después pretenden negociarlo con el Gobierno.

No digo yo que no exista una singularidad catalana, porque sí que la hay y está reconocida constitucionalmente. Ahora bien, que exista un hecho diferencial como es la lengua, no quiere decir que esto se tenga que traducir en una declaración de independencia, entre otras cosas porque el catalán, el gallego y el castellano han derivado todos del mismo idioma, del latín, y el hecho de que ese latín evolucionado se hable de forma distinta no justifica que un territorio, que es español desde hace miles de años, se separe.

Es cierto que han salido a la calle medio millón de catalanes o si quieren dos millones, muy bien, pero esto sólo es una reivindicación de una parte minoritaria de la población. Sí, los manifestantes no son la mayoría, porque Cataluña tiene unos 7.500.000 habitantes y los que se manifestaron representan o el 24% (si fueron 2.000.000) o el 6,6% del total (si fueron 500.000). Me pregunto cuántos ciudadanos se manifestarían a favor de la supresión de los impuestos o de la implantación por decreto de un salario mínimo de 3.000 euros mensuales, seguro que se alcanzaría una cifra muy superior al 50%. Quiero decir con ello que utilizar la demagogia es muy fácil. Decir “España nos roba” es sencillo y capta muchos adeptos. Y ya no entremos en el caso Puyol y en el 3% de comisión con IVA incluido. Claro que el importe del 3% crece como la espuma en proporción directa con el aumento del déficit, cuanto más déficit mayor es el importe en euros del 3%, no sé si me entienden.

En fin, la verdad es que es un tema, como dice la expresión, que ¡aburre al santo Job!, y mira que este santo tenía paciencia, muchísima paciencia. Y ustedes dirán, ¿entonces por qué escribes sobre esto?, pues si les digo la verdad para hacer un poco de terapia de grupo y reflexionar en voz alta. Se imaginan que cundiese el ejemplo de Escocia y Cataluña en toda Europa y de repente apareciesen 100 estados en vez de los veintitantos que hay ahora. Se imaginan que en todas las constituciones de esos hipotéticos 100 estados se incluyese como derecho fundamental de sus ciudadanos el derecho a la desobediencia civil, según la doctrina de Oriol Junqueras, ¿cómo se gobernarían esos estados? Si esto ocurriera Europa sería ingobernable, los 100 estaditos no pintarían nada, y los Estados Unidos, China o Brasil se partirían de risa y se los comerían con patatas fritas, es un decir.

Lo cierto es que en España están constitucionalmente reconocidas las singularidades de cada pueblo, especialmente las de Cataluña, Euskadi y Galicia, otra cosa es que se quiera la independencia porque me da la gana, eso sí que no está reconocido en la Constitución democrática por la que nos gobernamos.

Te puede interesar