Opinión

LA NEUROECONOMÍA

Ernst Fehr, catedrático de Economía Experimental en la Universidad de Zurich, está trabajando sobre lo que él llama la neuroeconomía, es decir, una nueva línea de investigación que trata de entender el comportamiento humano a nivel individual y social en temas como la predisposición al riesgo, el consumo, la celebración de contratos y la confianza. Afirma Ernst Fehr que en un laboratorio pueden influir sobre la conducta humana mediante la estimulación magnética transcraneal, y que han descubierto que la oxitocina (una hormona que actúa sobre el sistema nervioso) cambia a la gente haciendo que confíen más en los demás y estén más dispuestos a comerciar, a fiarse y a arriesgar.


Después de leer los descubrimientos de este economista uno se pregunta si, durante los años del consumo a lo loco y el endeudamiento masivo, alguien nos aplicó dosis masivas de oxitocina (al parecer se puede inhalar), que nos han llevado a donde ahora estamos. No cabe duda que la presunta aplicación masiva de oxitocina resulta perniciosa a medio plazo, pero tal vez ahora una aplicación moderada no sería mala para estimular el consumo que flaquea de manera alarmante. También sería muy bueno aplicársela a los llamados mercados para que suban su grado de confianza en España y dejen de sangrarnos con la prima de riesgo. Tampoco estaría mal suministrar alguna oxitocina al Gobierno para que confíe más en la opinión de los ciudadanos y dialogue con ellos, en vez de imponer siempre su criterio a rajatabla.


Que el ciudadano se sienta inseguro y maltratado es anímicamente muy malo para conseguir la recuperación. Puede ser que los problemas económicos no se deban a la aplicación de la oxitocina, pero creo que los factores psicológicos sí influyen sobre la marcha de la economía y si, por ejemplo, en vez de decir que la prima de riesgo está en 350 puntos básicos, se dijera que el diferencial del interés con Alemania es de 3,5 puntos, sonaría más relajado, y si además alguien nos explicase exactamente a donde vamos y las reformas estructurales se pactasen un poco más, seguro que el grado de confianza de la ciudadanía aumentaría y el consumo racional también.


Deberíamos subvencionar a Ernst Fehr para que siga investigando la tesis de la neuroeconomía, porque a lo mejor nos llevamos más de una sorpresa y descubrimos que la crisis y la solución de la crisis tienen mucho que ver con la psicología social inducida.

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