Opinión

Un nuevo papa

La renuncia de Benedicto XVI puede crear cierta inquietud, porque se quiera o no, es una decisión grave (él mismo lo ha dicho), y crea una situación inédita. El cardenal de Sydney, George Pell, afirmó que “la gente que, por ejemplo, pudiera estar en desacuerdo con un futuro Papa, podría montar una campaña para obligarlo a dimitir”. Me parece una exageración. El Vaticano ha aclarado que a Benedicto XVI le corresponde el tratamiento de romano pontífice emérito o papa emérito. Doctores tiene la Iglesia. Es posible y muy probable, por ejemplo, que cuando el nuevo papa esté en su despacho, su secretario le pase una llamada de teléfono y le diga: “Santidad le llama el romano pontífice emérito”, lo cual parece algo extraño y desconcertante. Con todo, si Benedicto XVI llama al nuevo papa será para darle el consejo que le haya pedido y mostrarle siempre su obediencia y reverencia, tal y como él mismo afirmó. De lo que no cabe duda es de que es algo a lo que probablemente habrá que acostumbrarse, por mucho que hasta ahora fuese impensable.

La renuncia de Benedicto XVI inaugura un nuevo período en la historia del papado. No estaría mal aprovechar este cambio introducido por Benedicto XVI (solo él con su enorme talla podía hacerlo) para dar el salto y elegir un papa de otro continente. Tal vez un americano del sur o del norte (Canadá) estaría bien. El cardenal de Nueva York, Thimoty Dolan, incluido por los medios en la lista de los papables, al ser preguntado si él era uno de los candidatos, respondió que los que dicen eso han debido fumar marihuana. Esta respuesta tiene su miga. Con ella yo creo que lo que pretende es descartarse, pero al decir que los que le atribuyen la condición de candidato han debido fumar marihuana, corre un gran riesgo, porque uno se pregunta: ¡¿y si sale elegido?! En fin…lo ha dicho el cardenal Dolan, él sabrá. Como, gracias a Dios, la elección depende del Espíritu Santo, lo mejor es dejar que actúe sin necesidad de recurrir a la explicación de la marihuana.

En cualquier caso está claro que las preferencias de los cristianos de a pie poco influyen en la elección, porque no me negarán que nadie apostó ni por Juan Pablo II ni por Benedicto XVI, ni siquiera ellos mismos, y sin embargo han sido dos grandes papas. Lo mejor es que decida Él, que sabe lo que nos conviene, aunque creo que la elección de un papa de Asia, África o América estaría bien. Un europeo tampoco estaría mal si los de estos continentes no aceptan, al ver los escándalos a los que se ha tenido que enfrentar el papa emérito. Pero ya que Benedicto XVI ha sido tan valiente, los cardenales deberían seguir su ejemplo y elegir un papa que inaugure un nuevo período, sobre todo ahora que puede contar con el consejo y el apoyo del romano pontífice emérito. Todo tiene ventajas e inconvenientes.

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