Opinión

LA SOLUCIÓN A LA CRISIS: MERKEL Y WEBER

Decía Max Weber (1864) en su magnifico ensayo “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, escrito entre 1904 y 1905, que el hombre moderno no puede imaginarse que la conciencia religiosa ha tenido una significación relevante en el modo de vida y el carácter de los pueblos. Weber sostenía que el ascetismo protestante, en particular el de los seguidores de Calvino, se oponía al disfrute despreocupado de la riqueza y por ello coartaba el consumo del lujo y de bienes innecesarios. Al mismo tiempo los calvinistas consideraban lícito que cada persona, a través del ejercicio profesionalizado de su trabajo, buscase la obtención de una ganancia. La combinación de ambos factores (prohibición del lujo y propiciación de la ganancia) dio lugar, según Weber, al ahorro y la formación de capital que, al no poder gastarse alegremente en bienes innecesarios, fue reinvertido en negocios que a su vez producían nuevas rentas derivadas del interés que se cobraba por el préstamo del dinero. Así surgió, según Weber, el “espíritu” del capitalismo.

Max Weber era alemán al igual que Ángela Merkel. El padre de la canciller alemana fue un pastor protestante (luterano), estudiante de teología. Es fácil colegir que las actuales posiciones económicas de Merkel, de Alemanía y de los países protestantes, tienen mucho que ver con la base ascética calvinista que Weber atribuye al “espíritu” del capitalismo.

Actualmente también la Iglesia Católica atribuye la situación económica a una crisis de valores en el ámbito económico, entre otros, donde se ha buscado el beneficio rápido por parte de algunas entidades financieras, dirigidas de forma poco profesional.

Lo que ha ocurrido en los países en crisis parece ser todo lo contrario de lo que es la ética económica protestante. Mucho endeudamiento, mucho gasto y poco ahorro. Conclusión, no se ha formado capital. Consecuencia, hay que pedir capital prestado para hacer frente, no a nuevas inversiones, sino al pago de lo que debemos. Solución según Merkel, hay que trabajar mucho y bien, gastar menos y ahorrar lo suficiente para no depender de los préstamos del mercado o del Banco Central Europeo.

Lo que propone Merkel y los países del norte tiene una base sería e indudable, y sería la más lógica si partiésemos de cero. Pero el caso es que no partimos de cero, sino de un tremendo déficit que hay que reducir, pero nunca eliminando a los que tienen que trabajar y ahorrar. Todos los problemas y sus soluciones tienen matices. Trabajar y ahorrar más y reducir el déficit como dice Merkel, sí. Concesión de un mayor plazo para reducir ese déficit y permitir que los ciudadanos puedan sobrevivir, ahorrar algo y al mismo tiempo gastar en lo necesario, también.

La ética económica protestante que dio lugar al “espíritu” del capitalismo no puede llevar a la aniquilación del espíritu de las personas. La aplicación de una ética ascética no puede convertirse en un drama para los ciudadanos. También es cierto que el gasto desmedido no puede volver a repetirse.

Tal vez la solución sea entonar el “mea culpa”, reconocer que Merkel tiene su parte de razón y al mismo tiempo convencerla de que los países en crisis también tienen la suya cuando piden que la ética que dio lugar al “espíritu” del capitalismo se aplique sin pausa, sin tanta prisa y preservando el espíritu de cada persona.

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