Aburridos hasta la saciedad de escuchar el apelativo 'Magic' hacia Alonso y acostumbrados a sus grandes carreras a pesar del irregular Ferrari parece casi pecado llamarle así al que muchos se empeñaron en considerar archienemigo del bicampeón del mundo, Lewis Hamilton.
El británico, punta de lanza del potentísimo equipo Mercedes, fue la gran estrella de este GP de Silverstone. Dominó durante el fin de semana, marcó la pole, mandó en carrera hasta el pinchazo y remontó hasta la cuarta posición poniendo en jaque el podio del asturiano a base de una agresividad de la que pocos pueden presumir, todo ello sin KERS y con el fondo de su monoplaza seriamente dañado. Eso sí es 'mágico'.
También protagonista, pero en el aspecto negativo, sigue siendo Pirelli. En esta ocasión tocó ver como la seguridad de la carrera se vio comprometida por un problema que ni ellos mismos sabían de donde venía. Parches y obvias recomendaciones son remedios escasos para un suministrador que gana millones de este deporte y que no está a la altura.
