Opinión

Regalos divinos

Algo falla cuando en los días previos a una carrera trascendental hay que hablar de milagros. Prensa, televisión y aficionados hablando de cúmulos de circunstancias. La fé, aunque necesaria en muchas ocasiones, no puede ser el único apoyo de un deportista, especialmente cuando la escalera en la que se apoya se tambalea. Vettel es el nuevo campeón del mundo de F1 y no por un casual. Exhibiciones como las de esta temporada, con una remontada como la de Abu Dhabi desde la última plaza, sumadas a una máquina casi perfecta y por lo visto ayer indestructible, lo convierten en el espejo en el que debe mirarse la competencia.

Aun así, Alonso puede estar orgulloso. Con un coche inferior llegó a Interlagos con vida. Eso tampoco es casualidad. El asturiano ha hecho un gran mundial pero solo puede haber un campeón. En 2012 ha tocado ser segundo, el primero de los que pierden. Ingrato fin para tanto esfuerzo. Es momento de reflexionar, aprender de los errores y mirar al frente con un solo objetivo, convertir al Ferrari de 2013 en un coche ganador que obligue al resto de equipos a buscar esos ‘regalos divinos’.

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