Hace unos días, durante la disputa del Rally San Froilán, las aguas se agitaron con las declaraciones de Luis Vilariño, que acusó a las fuerzas de seguridad de no colaborar con los pilotos a la hora de sacar adelante la prueba. Este “calentón”, que debería haber quedado en nada, terminó con una carta en la que varios pilotos piden una serie de medidas con mayor o menor sentido para mejorar los rallys gallegos. Aunque no entiendo lo de ser considerados “pilotos profesionales”, sí resulta lógico lo de habilitar zonas de calentamiento de neumáticos o ayudar en las salidas de los cruces.
Sin embargo, al margen de esas consideraciones y de lo conveniente o no de hacerlas de la manera que se hicieron, resulta más preocupante el giro que están dando las pruebas hacia formatos de dos jornadas en campeonatos regionales, algo que sin duda será un tiro en el pie de cara a contar con aficionados que se desplacen desde lejos. Es comprensible que los organizadores quieran a gente durante más tiempo, pero hay que entender la realidad autonómica. La medida, que se pondrá en marcha en la última prueba del regional, será una toma de contacto para ver qué sucede aunque los precedentes no fueron buenos. ¿Somos realmente realistas con lo que deben ser los rallys y el camino que deben seguir? ¿No sería más fácil concentrar todo en una jornada por el bien común? La respuesta, en unos días.
