Opinión

El AVE tortuoso

El lunes 11 de marzo se cumplieron veinte años del terrible atentado en los trenes de Madrid. Cuando centenares de personas se trasladaban hacia el centro de la ciudad en plena hora punta. Las imágenes con decenas de cadáveres tirados en la vía férrea y de los servicios de emergencia afanándose en atender a la multitud de heridos nos siguen conmocionando y forman parte de la memoria colectiva. El día del vigésimo aniversario, Día Europeo en Memoria de las Víctimas del Terrorismo, tenía programado un viaje a Madrid en el Alvia 4064, con salida desde Ourense a las 8:27 horas. A pesar de la dificultad para encontrar aparcamiento me dio tiempo para desayunar en La Rotonda. Es la costumbre de ir con la suficiente antelación por si surge cualquier imprevisto. En la plaza de la estación se percibía tristeza en el ambiente. Al entrar en el vestíbulo se informa reiteradamente por megafonía que el tren procedente de Coruña viene con retraso. Por momentos el retraso se va incrementando en el panel informativo de cinco en cinco minutos. Retraso que se materializa finalmente en una hora. Pasado el control de seguridad previo, hay que transitar por el paso subterráneo para acceder al andén, una incomodidad para los viajeros. 

Me reconforta pensar que por unos días me libro del viaje en autobús hasta A Gudiña con motivo de las obras que Adif tiene proyectadas y que obligan al transbordo entre la Estación Intermodal de Ourense y dicha estación, por el corte del trayecto que une Galicia con la Meseta por tren. Precisamente estos días, un diario nacional recordaba los cinco días en los que Galicia se proclamó en estado independiente, la historia de una insurrección que captó la atención de medio mundo para reclamar que el ferrocarril llegase a Galicia. Cuando el Gobierno de la II República decidió suspender las obras del ferrocarril en el tramo gallego que llevaban acumulando décadas de retraso, que no solo perpetuaba el abandono e incomunicación de Galicia con el resto del Estado, sino que implicaba también dejar sin empleo a miles de trabajadores directos. La decisión dio lugar a un levantamiento popular que se inició en Carballiño. Una manifestación de trabajadores y vecinos tomó el Ayuntamiento proclamando el Estado Gallego. Días más tarde las protestas se trasladaron a Ourense, irrumpiendo en el salón de plenos, retiraron la bandera española e izaron la gallega proclamando por primera vez en la historia la República Gallega. 

Al salir de A Gudiña-Porta de Galicia transcurriendo por la Canda y el Padornelo, se visualiza la nieve en las cumbres y a ambos lados de las vías. El silencio es sepulcral, más allá del anuncio de las paradas y del servicio de bebidas cuando pasa el empleado con el carrito por el angosto pasillo, 2.50 euros el café. En la sierra de Guadarrama se vuelve a contemplar la nieve, mientras el tren pasa por el túnel de 28 km. Antes de llegar a Chamartín se informa que los pasajeros con billetes combinados y enlace para otros destinos deben pasar por atención al cliente, en previsión de que les sería imposible enlazar e imagino que para darles alguna solución. Era mi caso, tenía que desplazarme a Atocha para proseguir hasta Barcelona que era mi destino final. Con carreras por el andén para coger “el cercanías” que une ambas estaciones. 

Es inexplicable que no haya trenes directos desde Galicia, absurdo y si me permiten obsceno, hasta que se finalice el interminable túnel que las una. Llego con la lengua fuera y pasado el nuevo control, me incorporo por los pelos a la cola de acceso al AVE 3131 que tenía salida a las 13 horas que sin paradas tarda dos horas y media. Aunque pequeño, un nuevo retraso me permitió cogerlo. Mucha gente perdió los enlaces con sus destinos. Entre carrera y carrera por los andenes -algo que deben tener estudiado para que la gente estire las piernas y no se entumezcan- no puede divisar el vestíbulo entre las estaciones de tren y de metro de Atocha que alberga un nuevo espacio de recogimiento y homenaje a las víctimas de los atentados terroristas, que fue inaugurado un día antes. Este espacio se encuentra justo debajo del lugar donde se situaba el anterior monumento de forma cilíndrica que ha sido desmantelado como consecuencia de las obras de ampliación de la Línea 11 de metro. Pude contemplarlo con sosiego al regresar. Las paredes del mismo, pintadas de azul cobalto, al parecer el color elegido por las Asociaciones de Víctimas, llevan grabados los nombres de los fallecidos, así como algunas de las frases de recuerdo que se podían leer en el anterior monumento, escritas en varios idiomas. Además, se han instalado 193 puntos de iluminación en el techo que representan a cada una de las víctimas mortales. El Ayuntamiento de Madrid organizará una jornada para que los ciudadanos que lo deseen puedan recoger una de las piezas de vidrio que conformaban el cilindro exterior. 

Pablo Neruda concibe la existencia de un “cielo de las locomotoras”, a donde irían a parar, finalmente, los penitentes trenes en vía muerta. Frente al tren en movimiento como sinónimo de pletórica vida, su abrupta detención simboliza el final, un trágico y triste final.

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