Opinión

Suseia et Ultreia: todos os pobos linguas e tribos

Hermoso poema premiado por el Ayuntamiento de Ourense que la hija adoptiva Matilde Lloria, le dedicaba a la calle y que recordaba La Región en sus páginas del 27 de junio de 2013, transcurridos más de once años de su fallecimiento. La calle más pequeña de Ourense y quizá de España, con el permiso de la Calle L’Anisadeta, de la ciudad condal que con apenas cinco metros desemboca en la Basílica de Santa María del Mar. La Calle de la Sombra en pleno centro de Zaragoza, de siete metros, muy próxima a la Plaza Ecce Homo y a la Plaza de la Corona, que además no tiene salida. La calle Segovia en Gijón de quince metros.

La calle Cilla de Málaga a los pies de la Alcazaba con 15 metros. La calle Rompelanzas de Madrid, calle El Pelayuelo en León y la calle Salsipuedes de Pamplona, las tres con veinte metros. Pero desde luego ninguna con el encanto como nuestra calle del Olvido, con escaleras, sin portales ni locales comerciales, apenas con una farola, título por cierto de una canción de Los Secretos: “por la calle del olvido, donde nunca brilla el día, condenados a una noche, tan oscura como fría” que comienza en la hermosa Plaza de la Magdalena. Desde allí me dirigí al concierto del ciclo “Suseia et Ultreia: todos os pobos linguas e tribos”.

Expresiones latinas que simbolizan el saludo que se cruzan en el camino los peregrinos, que figuraban ya en el Códice Calixtino. Ultreia (del latín ultra -más allá- y eia interjección para mover) puede traducirse como “vamos allá” haciendo referencia al anhelo de llegar a Santiago, y Suseia sería la contestación “vamos más arriba”, aunque algunos expertos le atribuyen el significado de “Aleluya”, dándole un punto de vista más enfocado a la celebración por llegar a la meta final.

El primer concierto del ciclo corrió a cargo de Amancio Prada. A las ocho de la tarde comenzó la magia. La poesía hecha canción. Un recital de inconmensurable belleza, ternura y emoción, dedicado a Rosalía, con la que comenzó cantando “Como chove miudiño” y finalizó dedicándole “Libre te quiero”. La presencia de un artista íntegro se palpa nada más salir al escenario, en el que se hace grande, enorme. Siendo capaz de extraer la música a los poemas y sabiendo llegar a los corazones de todos los asistentes con su dulce voz y con los acordes de una guitarra. Artistas todos ellos que evocan sensaciones distintas a través de su arte, desde la sonrisa del ingenio de O Carrabouxo, el embrujo de la pintura y la poesía, la verdadera alma del mundo que decía Mario Benedetti, que en palabras de García Lorca, al que también recordó Amancio Prada, es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio. Ojalá que este año todos los pueblos, lenguas y tribus, puedan decir Suseia et Ultreia con el corazón abierto y olviden las noches oscuras y frías.

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