Opinión

CAMPANITAS DE BELÉN

Saltan los villancicos navideños de boca en boca. Los himnos en torno a la Natividad son variados y complejos. Y lo son la variedad de belenes, presentes en las artes plásticas y en las arquitectónicas; en relieves y en grabados. Su cartografía bíblica ya está presente en su lejano origen medieval. Se escenifican, con imaginativa variedad, en tallas, capillas, iglesias, catedrales y casas privadas. Representan la fe cristiana vivida plásticamente, tan arraigada en el Barroco peninsular. Los belenes conmocionan, adoctrinan, testifican y hasta convierten en simulada realidad el gran misterio de la Encarnación. Emigraron a los países bajo dominio español. Y manos indígenas, en Ecuador, Perú, México, amasaron con bolitas de pan, en maderas estofadas y policromadas, las hieráticas y a veces vistosas figuras de José y María; el mágico establo del recién nacido sobre unas pajas. Y entre ellas, a veces, las creencias y costumbres indígenas veneradas generación tras generación. Los antropólogos describen tal mixtura como sincretismo cultural y religioso. Otros hablan de hibridismo de creencias y culturas. Así, el portal rodeado de magueyes, guajolotes (pavos), hechos de cera, barro, fibras vegetales, hojalata, trapo.


Los belenes navideños fueron la mejor manera de adoctrinar, de manos de misioneros dominicos, franciscanos, agustinos, allende el mar, las variadas poblaciones dispersas, ubicadas en el extenso territorio mejicano. Seguían los pasos de Hernán Cortés, y de uno de sus ínclitos soldados, Bernal Díaz del Castillo. Actos de fe visual, plástica, testificante, los belenes. También sus figuras: tipos populares como el pelado (el labrador humilde), la joven aldeana, la china (la joven pobre). Los adornaban con un vistoso y llamativo color local. Asumían su fe como realidad cuotidiana, tan presentes en los retablos virreinales del siglo XVI. Y detallados, minuciosos, y no menos vistosos, los belenes elaborados en el país de los Incas, Perú. Presentaban en su plástico marco toda una escenografía a modo de un pintoresco y vistoso microcosmos del relato bíblico: cerros, plantas naturales, pequeñas lagunas con agua natural. Fueron señalados los artesanos dedicados a la imaginería religiosa presentes en afamados talleres, en Huamanga, Cuzco, Arequipa. Los más hábiles les dieron cabida en pequeñas urnas de cristal formadas con espejos cortados de diversas formas. Se encuentran en casas privadas, presentes no tan solo en los meses de diciembre y enero.


Son los belenes o nacimientos una animada y pintoresca escenografía bíblica, de acuerdo con los relatos evangélicos (Lucas, 2, 7), y con los apócrifos. Asumen plasticidad, cuento, canto, historia y creencia. Letra y melodía. Vista y oído, cadencia y estribillo. Relatan y resumen en versos sonoros el misterio divino. Y su mejor pregonero, Lope de Vega, en letras memorables, presentes en su novela pastoril a lo divino, Pastores de Belén. Así el que empieza, 'Campanitas de Belén, / tocad al alba', o 'Zagalejo de perlas, / Hijo del Alba, ¿dónde vais, que hace frío / tan de mañana?'. Y en 'Manso Corderito, / que en viles despojos / de animales rudos / buscáis socorro'. Tal vez el más representativo del gran dogma de la Encarnación y de la Redención sea el villancico que encabeza el estribillo inicial: Las pajas del pesebre, / niño de Belén / hoy son flores y rosas, / mañana serán hiel. Y no es que sea un magnífico ejemplo de lirismo popular a lo divino (que lo es); es también una maternal invitación dirigida al recién nacido para que cese su llanto causado por las ásperas pajas del pesebre. La estrofa, a modo de romance-endecha, presagia a partir de la imagen de la hiel la muerte del Redentor. Rosas y flores proclaman el júbilo ante la gran epifanía; la hiel la no lejana Pasión. Cunden las versiones profanas de este gran villancico, pero es Lope quien con sutiles pinceladas lo vierte a lo divino, fijando en breve síntesis dos de los grandes dogmas de la fe católica: un Dios hecho niño, y un niño que, asumiendo los descalabros del ser humano, le conducirá por el camino de la Verdad. (Parada de Sil)

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