Opinión

Crónica de una muerte (peste) anunciada

Soy y he sido un entusiasta lector de la obra del colombiano Gabriel García Márquez, conocido afectivamente como Gabo, premio Nobel de literatura en 1982. Entre sus obras memorables, y a la cabeza, Cien años de soledad. Sin olvidar los Funerales de la Mamá Grande, uno de sus relatos breves más leídos. También El amor en tiempos de cólera, (Love in the Time of Cholera), adaptada recientemente al cine con Giovanna Mezzogiorno y Javier Bardem como protagonistas. Crónica de una muerte anunciada se ha convertido en un acto del lenguaje actual. Frase que, modo de axioma, de sentencia o de augurio profético, delata negligencia, ineptitud o simple ceguera ante la profecía que al final se cumple. Como la Peste Negra que arrasó a Florencia en el siglo XIV, el actual coronavirus se movió con destreza de Oriente (China) a Occidente (Italia, España), y con un salto sorprendente, ya despliega sus garras allende los mares: América.

García Márquez basó su Crónica de una muerte anunciada en un hecho ocurrido en el municipio de Sucre, años antes de dar a la luz su relato, una ejemplar crónica periodística y testimonial. Se ciñe a la acción de un suceso real (un crimen), al escenario en que ocurre, contexto social y familiar, protagonistas, si bien altera el manejo de la narración. Acopla dos tipos de relatos: el perodístico, ya preescrito por los sucesos. Y el del novelista a modo de un simulacro de crónica. Adopta la realidad del suceso ya descrito y a la vez lo asume como un acto de ficción. El cuento que se cuenta dentro de otro cuento. Como las lejanas crónicas medievales, y como los grandes cronistas de Indias (Colón, Díaz del Castillo, Alvar Nuñez Cabeza de Vaca), el relato de García Márquez se teje con testimonios verídicos: código de honor, familia deshonrada, violencia, machismo, venganza organizada, hombría.

En su trazado, Crónica de una muerte anunciada se adhiere al canon literario de la novela políciaca: el que investiga los hechos es el asesino: Santiago Nasar, la víctima de un ritual comunitario. Y tal acto, la mancha social (deshonra pública) se lava con la sangre del asesino. Crónica de una muerte anunciada es la consecuencia de un destino impuesto, en la línea, con diferencias, de Bodas de sangre de García Lorca, de las grandes tragedias de honor de Calderón (El médico de su honra, El alcalde de Zalamea) y las griegas de Sófocles: Antígona, la tragedia del  deber, Edipo rey, la tragedia del destino.

García Márquez basó su Crónica de una muerte anunciada en un hecho ocurrido en el municipio de Sucre, años antes de dar a la luz su relato, una ejemplar crónica periodística y testimonial

Las referencias del mundo literario de García Márquez son variadas: vivencias como niño y como adolescente, e historias oídas sobre sus antepasados. La realidad se envuelve a través de una hábil destreza imaginativa: elaboraciones míticas, sorprendentes, únicas. Siempre actuales y urdidas a través de hechos sacados de la vida real. Y de textos cuya lectura excitaba su imaginación. El inicio de las Metamorfosis de Kafka fue para García Márquez una gran revelación: “una mañana Gregor Samsa se encontró convertido en un gigantesco insecto”. Observa García Márquez: “ese era un método para contar una cosa que yo no lo tenía. Fue una verdadera resurreción”. Cien años de soledad es un texto ejemplar. Se ha definido su estilo como “realismo mágico”, sucesos fantásticos que se presentan como si fueran ordinarios y normales. Combina fábulas, cuentos populares, mitos como realidades de la vida ordinaria. 

Y fue también una revelación el británico Daniel Defoe en su crónica Diario del año de la peste. Superó el reto de narrar la dramática desolación de Londres causada por una peste bubónica (1665-1666). Siendo niño, Defoe fue testigo directo de la gran tragedia. Y conocía a muchas personas que le fueron contando lo sucedido. Estos testimonios, a la par con los registros oficiales (pereció una cuarta parte de la población de Londres), constituyen un formidable relato que combina información directa, veracidad documental y recreación ficticia. Se informa, se cuenta y se describe las miserias humanas ante unas muertes anunciadas. 

Al lado de García Márquez se sitúan otros dos premios Nobeles no muy lejanos. Albert Camus describe, en La peste  (1947), la plaga que sufre su ciudad natal, Orán. Es alegórica y existencial. El portugués José Saramago presenta en Ensayo sobre la ceguera (1995) una sutil parábola de la actual sociedad capitalista, moralmente en crisis. La pendemia que se extiende por todo el mundo es “la ceguera blanca”.
Como crisis sanitaria que provocó pavor, miedo y hasta delirio, Philip Roth, recientemente fallecido, describe en Némesis la epidemia del polio que, en el verano de 1944, diezmó la población infantil de Newark (New Jersey), su ciudad natal. Concurren en Némesis un cúmulo de emociones: miedo, pánico, cólera, desconcierto y, sobre todo, dolor. Antes...  como ahora.
(Parada de Sil)

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