Opinión

LOS ENCANTOS DE SARAH PALIN Y EL TEA PARTY

Los miembros del Partido Republicano de Estados Unidos asumen ser los grandes defensores de la constitución, de las libertades individuales, de la moralidad. Los más radicales acusan a los Demócratas de entregar el país bendecido por Dios (God bless America, reza la moneda de un dólar americano) a la diosa pagana del socialismo. En palabras del virulento Newt Gingrich, que ocupó el puesto de portavoz de la Cámara de los Representantes, Obama es el presidente más radical que ha tenido América. Representa una amenaza para el país equivalente a la de la Unión Soviética hace varias décadas. Tal visión apocalíptica está abanderada por el nuevo movimiento político, el partido del Té (The Tea Party), un tipo de sublevación que surge a raíz de la elección de Barack Obama como presidente, con aires ultra conservadores y tintes racistas.


La gran mayoría es blanca, educada, pero resentida por el programa político de Obama y por la serie de propuestas legislativas que ha promovido y ha logrado que sean aprobadas por el Senado. Uno de ellos, que aún resienten, es el programa de salud pública.


La nueva cédula de identidad que el Tea Party exige a los candidatos republicano para que apoyen su nombramiento y elección al Senado o a la Cámara de Representantes es el ser 'conservadores puros, auténticos'. Lo que obligó al senador John McCain, de Arizona, candidato a la presidencia en las últimas elecciones, abogado de las minorías y campeón de la reforma liberal de la emigración, a cambiar radicalmente su postura. Apoya la última legislación de su estado que permite a la policía pedir documentos a quienes sospechen de ser inmigrantes ilegales.


Un senador conservador sureño, tal vez el más conservador de los conservadores, ha establecido un fondo económico en apoyo para los verdaderos conservadores que se presenten a las próximas elecciones en noviembre y que crean y defiendan los principios básicos del Tea Party: limitación de los poderes del Estado, defensa de los valores tradicionales de la familia (en contra del aborto), fortaleza de la defensa nacional (máximo armamento), libertad individual, libre comercio, derecho a la compra y posesión individual de armas.


Salta al ruedo una vez más Sarah Palin, quien se presentó como vicepresidenta en el ticket republicano al lado de John McCain como presidente en las últimas elecciones, sufriendo una humillante derrota electoral. Hábil, ingeniosa, sonriente, renunció a su puesto como gobernadora del estado de Alaska, y se ha convertido en una gran estrella televisiva al frente del canal ultra conservador The Fox News. Es la adorada vedette del Tea Party. Ya ha amasado una pequeña fortuna desde que dejó su puesto como gobernadora de Alaska a base de un libro de breves y selectas memorias (Going Rogue) que le ha aportado la friolera de siete millones de dólares.


La pregunta clave: ¿se presentará como candidata a la presidencia de Estados Unidos en 2012? Una gran mayoría opina que no está cualificada para tal puesto; más aún, que perdería ante Obama con un margen superior al 14%. La causa republicana se hace más cuestionable si la política de ¡Hell, NO!, el cacareado eslogan del Tea Party, es parte del programa electoral de la nueva ala republicana. El nuevo eslogan es la respuesta lapidaria a la famosa frase de Obama, '¡Yes, We can!' ('¡Sí, podemos!'), frente al '¡Hell, No¡' ('¡No, demonios!')


Las elecciones de noviembre les darán la clave. La intención de abolir o rechazar la reforma sanitaria (que tildan de Obamacare) en caso de obtener los republicanos la mayoría en la Cámara de los Representantes, e incluso de cerrar el flujo de dinero que sostenga tal programa, como amenaza Mr.Gingrich, puede ser arriesgada y hasta imprudente, opinan los politólogos del país.


Un extrema derecha radical, republicana, arriesgaría, de obtener el beneplácito de la mayoría de los ciudadanos, que el compromiso social de salud pública universal (demócratas) dejara a los menos protegidos sin cobertura médica.

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