Opinión

EL 'SÍ, PODEMOS' DE BARAK OBAMA

Una vez más el presidente de Estados Unidos se dirigió a su Nación en una solemne ceremonia que tuvo lugar en la cámara del Senado, en Washington. Presentes demócratas y republicanos, gobierno, miembros de la Corte Suprema, altos cargos de las fuerzas armadas, representaciones diplomáticas, invitados... Tuvo lugar la última semana del primer mes del nuevo año. Fue un acto de oratoria política bien ensayada, y de estimulante fervor patriótico. Se realzaron las sanas diferencias ideológicas entre los dos partidos y los objetivos políticos divergentes. Ya el título, The State of the Union Speech, asume que el presidente destacará los logros más sobresalientes de su mandato, y delineará las nuevas políticas a seguir en el año en curso. Así fue: fin de la guerra en Iraq después de nueve años de enfrentamiento; muerte de Osama bin Laden, al cabo de dos décadas de búsqueda; aniquilación de un gran número de líderes de Al-Qaeda, desequilibro de las fuerzas de los talibanes, e inicio de la retirada paulatina de Afganistán. En clave, triunfos logrados por los soldados norteamericanos; disciplina, valentía, coraje, ajenos a las diferencias ideológicas, unidos ante una misión en bien por la paz y la libertad


La configuración retórica del discurso siguió un bien diseñado formato: elogio de las fuerzas armadas, divergencias ideológicas entre los dos partidos, y muestra de casos ejemplares. Confirma las premisas iniciales: ejemplos de valentía, heroísmo, desinterés ante el bien propio, entrega incondicional al servicio de la nación. Aludiendo a las nuevas generaciones, con el regreso de los héroes de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos logró un impresionante desarrollo económico (Obama dixit), y una poderosa clase media. Su abuelo, un veterano del ejército del general Paton, pudo ir a la universidad gracias a las ayudas concedidas por la ley sobre los derechos de los veteranos de guerra. Y su abuela trabajó en una fábrica de armamentos, formando parte de las fuerzas armadas. Patriotismo exuberante, con un buen saldo de triunfalismo, que encandila la memoria e imaginación de su auditorio. Semeja el viejo diseño retórico propio de la oratoria sagrada: historias de santos sacadas de la Leyenda aurea cuyas vidas eran modelos de conducta y ejemplos (exempla) a seguir. Fray Hortension Félix de Paravicino fue un líder, siglos ha, en estas artes de predicar conmoviendo a su auditorio.


Forma también parte del diseño de este discurso la enumeración de los valores básicos que forman los cimientos del triunfo de la Nación: democracia y poder económico. Porque América es el lugar donde las utopías se convierten en realidad, advertía Obama. Él mismo, su mejor ejemplo. El trabajo consistente, duro (hard), siempre aporta (advierte) bienestar: formar una familia, poseer una casa, enviar los hijos a la universidad, ahorrar en vistas a una desahogada jubilación. Tal es el sueño americano (the american dream) ahora en riesgo, continúa Obama, debido al presente marasmo económico.


Con vista a las próximas elecciones presidenciales, en donde Obama se presenta como el único candidato por su partido, ya augura un nuevo Edén. El estado de la Unión es cada día mejor, comenta, pese a la obstrucción de los adversarios políticos. Los desafiará con acción y voluntad férrea, con incentivos económicos y entrenamiento en las nuevas tecnologías. Y como siempre, ya en previos discursos y en sus predecesores, la importancia del acceso a la universidad, que tendrá especial preferencia (higher priority) en los presupuestos La universidad no debe ser un lujo; más bien un imperativo económico al alcance de cada familia. Un país de sagaces innovadores, con una clase media bien formada, es un país próspero. Ya es hora, concluye, que en vez de dedicarse a rehacer naciones ajenas, se invierta el presupuesto excedente por la reducción de las fuerzas armadas en reconstruir el propio país (right here at home).


Obama no tiene fácil su gestión ante un Congreso dominado por la mayoría republicana (Cámara de Representantes) y con una mínima mayoría en el Senado. Su gran reto, romper las rígidas ideologías de los dos partidos, radicalmente enfrentados, y lograr el consenso. El lejano eslogan que le dio el triunfo, Yes, We can (Sí, podemos) será ahora Perhaps, We can (Tal vez, sí podamos). (Parada de Sil)

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