Opinión

Inesperado Feijóo

Por si Puigdemont no estuviera ya bien enjalbegado por quien gobierna (de momento en funciones), también el aspirante se aplica al blanqueamiento del hombre que huyó de la Justicia y cuya misión en la vida es reventar el Estado que le corteja en nombre de la gobernabilidad del Estado.

“¡Al desbocaire, al desbocaire!”, gritaba un personaje de Alejo Carpentier en “El Siglo de las Luces”. Era la jubilosa convocatoria de un adolescente al desmadre de las rutinas. ¡Al desbocaire!, que no quede piedra sobre piedra en esta fastidiosa realidad donde todo es previsible, donde todo está regulado en nombre del orden y el concierto de los días.

Encajo en esa delirante escaleta de la actualidad el extraño blanqueamiento del prófugo de Waterloo a cargo del líder del PP, Núñez Feijóo. Nunca se me hubiera pasado por la cabeza que este padre de familia cargado de sentido común, campeón de la moderación, venido a más en el escalafón de su partido como aspirante verosímil a la Moncloa, encontraría “respetable” a una de las figuras menos dignas de respeto político y humano de cuantas circulan por la España de nunca acabar.

Tal vez no sea para tanto. Al fin y al cabo, si ese genio sin diagnosticar del antiespañolismo, Pilar Rahola, blanquea a Tejero (víctima inocente de un rey golpista, dice ella), ¿por qué no podría Feijóo cantar las hechura moral de quien “nunca miente”, a diferencia de otros (o sea...), aunque “sería conveniente que saldara sus deudas con la Justicia”? Supongo que lo del “respeto” y lo de la “conveniencia” de que el fugado vuelva al buen camino, le habrá roto la cintura a los ocho millones de españoles que votaron al PP el pasado 23 de julio (“Puigdemont, a prisión”, gritaban hace cinco minutos). Del mismo modo que la intención de Sánchez de canjear la amnistía por los siete escaños de Junts se la está rompiendo a los 7,7 millones de votantes del PSOE. Pero vaya usted a saber lo que saldrá de semejante quilombo, pues, como digo, todo se ha vuelto raro, raro, y todo encaja en la tendencia al desmadre que nos aqueja a raíz de las últimas elecciones generales.

No son únicas las perlas mencionadas, Hay otras igual de desconcertantes para mentes ingenuas y desprevenidas, como la del comentarista.

A saber:

El tal Gonzalo Boye (abogado de Puigdemont), condenado por terrorismo y procesado por relación con el narcotráfico, negocia con Moncloa la gobernabilidad de España. Con conocimiento de causa glosa Arnaldo Otegi (Bildu) el problema de los “rehenes” de Gaza. Iglesias Turrión, que fue arrollado en las urnas madrileñas por Díaz Ayuso, acusa a Colau de rabiar contra Podemos porque no ha superado el “desempoderamiento” del Ayuntamiento de Barcelona.

¿Qué puede salir mal en España con estas figuras de la farsa?

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