Opinión

¿CONCEJALES SONROJADOS?

Aunque no ponga el telediario, el mundo no duerme en plácido sueño. En todos los sitios pasan cosas, a pesar de que no haya un periodista que las cuente. Mientras lee estas líneas las hambrunas se siguen llevando por delante a miles de niños, el sida se mantiene acantonado en los países sin medios para combatirlo o los derechos de las personas se pisotean impunemente por decenas de gobiernos aunque la mayoría de medios no aborden precisamente hoy estos casos. Es tanta la información que la vida de una noticia es cada vez más efímera, por eso no conviene dejar a beneficio de inventario algunas cosas que nos tocan bien de cerca aún cuando ya no son portada. El pasado día 27 la foto de primera plana de este periódico fue como un bofetón: decenas de jeringuillas estaban tiradas en los alrededores de la vieja prisión de la calle Progreso y eran recogidas por miembros de la asociación de usuarios, exusuarios y técnicos en drogas.


Sobre el caso se me ocurren, entre otras, un par de reflexiones. La primera, que la droga sigue manejando muchas vidas, que los que han caído en sus redes multiplican los riesgos al pincharse en sitios como este y que ignorando el problema no ganamos una solución. Por lo tanto, la drogadicción sigue habitando en la penumbra de la sordidez. La segunda, que abochorna ver como un edificio propiedad del Concello de Ourense desde hace casi veinte años para lo único que sirve es para picadero. Lo que iba ser un centro termal está a punto de convertirse en monumento a la desidia política, incapaz de solucionar hasta lo que tiene ante sus narices tanto este como los anteriores gobiernos.


Pero, haría además un tercer comentario sobre esta responsabilidad política. Tenemos un Concello con 27 concejales, doce de ellos con dedicación exclusiva, que nos cuestan 1,6 millones de euros al año. Han sido capaces de pasar buena parte del mes de agosto discutiendo si procedía convocar un pleno para una modificación de crédito, pero carecen de reflejos para abordar una situación como la que nos ocupa, tanto desde el punto de vista sociosanitario como de conservación y aprovechamiento de edificios públicos. Ni el gobierno ha reaccionado con medidas para abordar ambos extremos, ni la oposición las ha exigido. En Ourense, como en el resto del mundo, pasan cosas aunque haya concejales que no se enteren. Aunque sean foto de portada.

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