Opinión

CUIDADO CON LOS ANTIDEPRESIVOS

Ante todo, mucha calma. No conviene atiborrarse de pastillas de Prozac para recuperar el tono mental por culpa de los incendios que estos días nos ponen de uñas. Si lo pensamos fríamente, no tenemos este año más razones que las de hace cuarenta para maldecir a los del soplete. En la década de los setenta los hidroaviones del Icona ya concentraban a decenas de personas en las orillas del Miño para ver las evoluciones de aquellos pájaros de hierro. El organismo, creado en los estertores del franquismo, murió en 1991 pero esas aeronaves siguen haciendo falta hoy. El genial dibujante Perich despertaba una sonrisa hace casi medio siglo con aquella frase: 'Cuando el monte se quema, algo suyo se quema, señor conde'. En los ochenta todos cantamos a coro con Os Resentidos la original pieza de Antón Reixa que decía lo de 'arde Galicia con lume forestal'.


Todos los años convertimos esta tierra en una gigantesca pira funeraria mientras unos cuantos miran a la boca a los políticos (aquí ya gobernó todo el mundo, así que cuidado con lo que se reprochan) esperando la última ocurrencia. En el 2006, hasta la NASA (lo que oye) pasmó con la superficie quemada en quince días de agosto y determinó que en Galicia habían ardido 179.667 hectáreas. Fue el año en el que Touriño y Quintana decían que esos datos eran falsos, mientras Feijoo cogía la manguera y Rajoy manchaba los mocasines con 'borralla' en los montes de Pontevedra. Aquel año el 70% de lo que ardió en España tocó a Galicia. En el 2010 la ministra de Medio Ambiente, Elena Espinosa, decía que 'la superficie quemada en Galicia es inferior a los últimos diez años'. En el 2011, en nueve días de septiembre ardieron en Ourense 1.652 hectáreas mientras el delegado de la Xunta, Rogelio Martínez, estaba viendo fútbol en el Bernabéu.


¿Que adónde quiero llegar con estas reflexiones? A que, lamentablemente, no se percibe ni una reacción social de hartazgo por los incendios ni unas políticas realistas para acabar con esta manida lacra. Como dijo hace días un paisano, 'xa non me importa que me arda o monte, polo menos verei onde están os marcos, que levan anos tapados polos toxos'. Vendrá el otoño con las lluvias y todo se silenciará de nuevo. Incluso dentro de un año, si me lo piden, volveré a escribir cosas parecidas en un artículo sobre los incendios. Por lo tanto, deje el Prozac en paz.

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