Opinión

LA LLUVIA FINA DEL PARO

Y en esto que llegan los datos del paro, con la impertinencia de la lluvia fina que cala hasta los huesos, despertándonos del atracón mediático y jurídico de los últimos días, con importantes representantes públicos señalados por las sospechas de una jueza. La realidad, siempre terca, cae otra vez como una losa. El desempleo en la provincia cabalga desbocado y nos recuerda que 27.916 personas siguen asomadas al precipicio, añorando un empleo que ya es una ensoñación del pasado y una quimera en el futuro. Septiembre, mes malo para las estadísticas y pésimo para las economías domésticas, deja un exiguo descenso de cinco personas en la cifra total de parados en la provincia. En todos los sectores el saldo es positivo y de nuevo el gremio de los servicios lleva crespón negro, con un ascenso de 335 personas en el número de parados.

En Ourense hemos construido una economía sustentada en el comercio y la hostelería, los más vulnerables ante la caída del consumo, y las consecuencias saltan a la vista. Por lo tanto, toca ponerse a cubierto y esperar que escampe, como mal menor. Más de 23.000 autónomos levantan la persiana todos los días haciéndose las mismas preguntas: ¿Dará la caja para pagar la mercancía, el personal, los impuestos, los créditos y seguir tirando? Parece que nadie legisla a su favor. Es más, se antoja que todas las medidas van en su contra.

Mientras el discurso de estos días pasa por enjuiciar si los presupuestos del Estado son malos o pésimos (buenos nunca han sido para Ourense), los comerciantes y hosteleros de esta tierra empiezan a ver a los clientes como figuras espectrales, por lo tanto vivos únicamente en sus sueños. E estamos en campaña electoral, ese periodo en el que todos nos mudamos a la Arcadia feliz gracias al señuelo de los candidatos. Pero la realidad, como antes señalaba, es terca y el bálsamo verbal del político de turno ya no restaña las heridas. Al contrario, parece que las deja siempre abiertas. Por lo tanto, a seguir soportando la misma lluvia fina del desempleo que nos cala a todos, menos a los políticos porque ellos parecen tener plumas, por lo tanto el agua les resbala.

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