Opinión

NO VAYAS CONTRA EL MUS, PAJÍN, QUE TE PIERDES

Toito' podía perdonarse menos lo del mus. Por ahí sí que no paso. Y esta ley talibán de la Pajín contra el tabaco va contra el mus, un daño colateral por el que muchos estamos dispuestos, ahora sí, hasta batirnos.


Según pasa el tiempo se percibe cada vez con mayor claridad que esa ley, necesaria en sus fundamentos pero exacerbada al extremo en su forma de aplicarse, está convirtiéndose en algo profundamente agresivo para multitud de gentes y afectando a los más sagrados espacios, hábitos y costumbres que nos hacían más agradable la vida, aunque ciertamente más pecadora.


Desde luego que donde más aprieta es en la economía, que esa es una y la primera. Está arruinando a muchos pequeños establecimiento hosteleros y va a suponer la pérdida de empleo de decenas de miles de trabajadores. Puede que más de cien mil. Es ya un hecho evidente y constatable que lejos de ser un efecto pasajero y recuperable su aplicación y formulas intransigentes supone una merma estimada en un 20 por ciento de los ingresos. Ello va a significar a groso modo, que uno de cada cinco trabajadores van a ser despedidos. Como suena y lo oyen. Ya está pasando. Y todo por no tener la mínima sensibilidad sobre aquellos que tenemos el vicio, eso es indiscutible también como su peligro, de fumar.


Pero, ¡es que era tan fácil el preservar la salud de los no fumadores respetando a aquellos que voluntariamente desean seguir fumando!. ¿A quién, aparte de ellos, iba a hacer daño el hecho de crear una sala aparte, un cubículo, llámesele como se quiera y en los establecimiento que deseen hacerlo? Una sala donde no tiene porqué acceder ningún trabajador, porque los españoles en esto nos hacemos de camareros sin que se nos caigan los anillos y hasta el presidente de la primera multinacional trae los cafés y las copas si de lo que se trata es de ganárselas con un órdago a grande... o a chica... al amigo de enfrente.


O sea, que vuelvo a lo del mus y a nuestros hábitos de gentes de vida social donde los bares han sido siempre nuestros centros de reunión y encuentro. Pero hoy con esto ya no se podría escribir ni aquella canción 'de al calor del amor en un bar porque lo que están prohibiendo son también pequeños reductos de trasgresión y complicidad. Están hiriendo al aperitivo, torturando la sobremesa y guillotinando a la partida y al solaz de los días en que se puede alargar un tiempo de ocio. Lo dicen por donde vayas, se hacen todas las trampas que se puede y se intenta por parte de todos, excepto de esos chivatos y delatores con ribetes de Santo Oficio, que la cosa sea lo menos penosa posible. Pero el miedo y la guadaña de las multas pende sobre las cabezas. Aun así se hace lo que se puede y cada día se puede y de estrangis se puede más'.


Porque ir contra el sentido común y contra la libertad de la gente tiene 'deje a pares'. Y lo está teniendo tanto, que primero por economía, es una barbaridad mandar al paro a la gente en los tiempos en que tan necesitados estamos de empleo, después por resistencia creciente con el añadido de nuestra especialidad demostrada en picarescas, esta ley en alguno de sus aspectos ha de tener por fuerza marcha atrás. Salvando la defensa de la salud de los no fumadores, por supuesto. Preservando su espíritu pero diciéndole a la Pajín que ella haga lo que quiera. Pero a nosotros que nos deje jugar al mus, que ya nos traemos de la barra las copas para que nadie tenga que soportar nuestro humo. Pero que se entere, al mus no vamos a dejar de jugar. Y el mus hay quien no lo entiende sin fumar.


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