Opinión

EL PARO Y LA CONFIANZA

El mantra electoral de Rajoy antes de acceder al poder fue confianza. Recuperarla, ser de fiar, fiable y además parecerlo. Con ello, se decía, se habría dado un paso de gigante en nuestro doloroso transitar por la crisis. Pero en el año 2012 lo que emergió es que con Rajoy y el PP en el gobierno no le bastaba a nadie. Ni externamente, a los mercados y a la UE, ni internamente: la percepción de los ciudadanos fue de mal en peor y luego lo siguiente a peor.


Pero algo sí parece haberse movido en los últimos tiempos, algo sí que en este aspecto, y no es baladí, parece estar cambiando en la percepción. Sobre todo externa. La impresión es que en los territorios financieros, en las instancias internacionales y hasta en la prensa, sobre todo la anglosajona, que antes nos machacaba sin misericordia, se abre un espacio de retorno y de 'creer' en el futuro de España y en su solvencia. O sea, algo en el fondo tan simple como decir. Estos tipos están pagando, van a pagar y a salir del agujero y como lo van demostrando se puede aflojar el dogal y que respiren. Y de ellos vienen los alivios con que se ha iniciado el año.


Sin embargo, esa percepción externa no tiene aún en absoluto una traslación al interior, a los españoles y a su situación cotidiana. Y es que todavía no puede tenerla. La prima de riesgo le importa un bledo a quien está en el paro. Y sin trabajo están cerca de seis millones que es decir que no hay absolutamente nadie, plutócratas aparte, que directamente o indirectamente no esté afectado. Si no es él, es alguien muy cercano quien se ha quedado sin trabajo y desespera por encontrarlo. Pues bien, hasta que la corriente no vaya en el sentido de que bastantes y crecientemente, empiecen a encontrar trabajo no valen ni brotes, ni primas ni sensación de mejora.


Por ello lo más previsible es que la sensación de fatalidad y desánimo vaya incluso a acrecentarse en los próximos meses cuando lleguen los tenebrosos datos de la EPA o los del INEM correspondientes a enero y a febrero. Ahí puede ser el peor momento político y colectivo por el que se haya pasado desde que la crisis comenzó sin que la viéramos llegar (alguno se negó a verla cuando ya nos tenía comidos por las patas) en 2007. Pero curiosamente tras ese penoso escenario es cuando puede comenzarse a recuperar internamente lo que parece que al menos en parte se ha logrado recuperar por ahí fuera. Confianza. ¿En qué? Pues más allá de gobierno y batallas políticas, simplemente confianza en que salimos de ésta. Que es lo que ahora nadie ve ni cuándo ni cómo.

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