Opinión

Aficiones y Creencias

El pasado fin de semana fue contundente. Toda una lección de antropología en cuanto a directos televisivos se refiere. Un partido de la selección, el Eurofestival, una misa desde la Catedral de Toledo en vísperas del Corpus y los actos de homenaje a la Bandera y a las Fuerzas Armadas.


Todos servidos en bandeja de plata por la televisión pública. Acercándonos a eventos que gozaron con el favor de un público incondicional. Y es que hay gente para todo. Para un servidor, cuya insubordinación se inicia ya hacia la figura paterna, no hay quien la pare ante la visión de todos estos acontecimientos. Por eso me dedico a lo que me dedico. Por cierta tendencia a la desafección. Como crítico o como periodista . Un partido de la selección, por muy amistoso que sea, con toda su pompa, un Festival de Eurovisión, una retransmisión desde la catedral de Toledo, como marco espiritual, ahí es nada. Y una exaltación popular en torno a los Reyes, con gente de todas las edades portando banderitas.


Al final, da la impresión de que la televisión pública está inventada para contar y acercar a la gente estas cosas. Y que el resto de la programación no es más que relleno, esperando estos fastos. Mientras que en las privadas han tenido que inventárselo todo y crear una realidad paralela.

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