Opinión

Un balón en el cerebro

No saben los intelectuales que de un tiempo a esta parte apoyan incondicionalmente el fútbol y sus circunstancias el daño que están haciendo a una sociedad cada vez más zopenca. No pueden ni quieren imaginarlo. Pero los resultados están ahí, a la vuelta de la esquina. O en nuestras propias narices, que ya ni hace falta salir a la calle para medir la vara de la estulticia.

La contaminación acústica empieza a ser insoportable cada vez que estos cafres consideran que la victoria de su equipo les da bula para arrasar las calles. Y basta ver y oír la radio y la televisión estos días para encontrarse con lo inaudito.

La elección por parte del presidente del Gobierno de la fecha del 16 de junio, el día que jugará la selección española, para hacer pública la letra pequeña de su reforma laboral, constituye una triste puesta al día de todos los tratados de 'pan y circo' que desde los inicios de la Antropología han sido. Una noticia en consonancia con esa otra que airea, como si nada, cómo los jugadores han sido incentivados si ganan el Campeonato con más de medio millón de euros por cabeza, puesto que el negocio que generan aún es mayor.

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