Resulta muy explícito el nombre con que Fernando León bautizó la productora que debía hacer frente el proyecto de 'Amador'. Reposado. La palabra no puede ser más delatora. El sinónimo perfecto aplicable a la quinta película del cineasta. ¿Qué no es otra cosa 'Amador' que una cinta reposada, que se toma su tiempo, que se permite el placer de mostrar, de invitar a la contemplación?
Conocía desde hace tiempo las claves de la historia. Sin embargo, sentía mucha curiosidad por comprobar la valoración que de ella hacían los compañeros críticos. Si la bendecirían y apuntalarían o si por el contrario le pondrían peros. En definitiva, si Fernando León seguía siendo un referente, un santón, o todo lo contrario. Porque no suele haber término medio en este tipo de valoraciones. O es blanco o es negro. O se rinde pleitesía y se enjabona a fe o se baja del pedestal sin contemplaciones.
Defiendo 'Amador'. Defiendo su opción y su ritmo y su poesía y las marcas de fábrica que lleva su guión trufado de sentencias. Me parece muy bien que se nos diga bien claro que nuestras vidas son puzles, que las piezas se nos dan desde el principio y que de nosotros depende encajarlas bien; y que se visualicen las metáforas a las que se aluden.
Por eso leí con preocupación las críticas de Sergi Sánchez, Javier Ocaña, Jordi Costa y Carlos Marañón.
