Opinión

La administración morosa

Pensará usted que es un chollo eso de que lo nombren a uno sabio, lo metan en un comité y le encarguen que proponga cómo reordenar el sistema de tributos de un país. Pues yo no se lo desearía a nadie. Sólo el hecho de que a uno le llamen sabio, experto o especialista, así a secas, es un peso difícil de llevar, por mucho que le dé al señalado con tan grandilocuente titulación licencia y credibilidad para lanzar al aire genialidades y sandeces, a partes iguales y díficilmente discernibles. Bajar el IRPF, subir el IVA, crear un impuesto sobre el vino, sobre la primera vivienda... No cabe duda de que hay que ser un tipo ilustrado para llegar a este tipo de soluciones que jamás se nos hubiesen ocurrido ni a usted, reconózcalo, ni a mí. Yo, personalmente, soy mucho más simple y me quedo en reflexiones del estilo: tras leer que las administraciones públicas tardan 111 días en pagar lo que deben a los empresarios autónomos, me pregunto si les pagará en 11 días, ¿no evitaría que muchos de ellos errasen sus negocios asfixiados por la morosidad? ¿No frenaría ello la destrucción de empleo? ¿No habría entonces más autónomos pagando impuestos a las administraciones públicas sin necesidad de inventar nuevas tasas? Lo sé, demasiado simple.

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