El partido ante Australia, el último de la todavía campeona del Mundo en el campeonato brasileño, sirvió ayer para apagar encendidas soflamas de indignados futboleros, ya que no para recomponer la maltrecha moral de los que después del primero contra la Holanda de Van Gaal, escondían rojas camisetas y bubucelas en el más oculto de los trasteros. Poco después del adiós, hablaba Iniesta de dolor recordando el abrazo que a poco de concluir el partido ante los australianos compartía con Del Bosque; de fútbol y de todo lo que ha dado el equipo a los españoles hablaba Mata; de despedida Villa, y de sensatez y ausencia de dramas el seleccionador, que no ocultaba el fatídico aunque esperado fin de ciclo. Sin plazos, el futuro de Del Bosque parece íntimamente unido al de un grupo de jugadores que, ayer, pasaban página antes de regresar a España.
