Si los índices de audiencia televisiva no engañan, si los datos de asistencia a campos de fútbol y mítines son exactos, la cosa no tiene duda: los españoles estamos intrigados por quien ganará la Liga y la Copa de Europa, y bastante menos (mucho menos) por quien ganará las elecciones europeas. Dado el elevado nivel de los contrincantes en este segundo "campeonato", no es de extrañar la circunstancia. No obstante, los partidos (los políticos) deberían hacérselo mirar antes de que sea demasiado tarde, porque el desinterés de los ciudadanos por la cosa pública (por la "res pública") es un problema indeseable en una democracia que se precie de su nombre. Los resultados del próximo domingo (una vez desvelado el del sábado en Lisboa) darán la clave, y si la abstención es la ganadora (como parece que va a ser) convendría empezar a trabajar para evitar que esto acabe como acabó en algunos países en el cercano siglo XX.
