Opinión

Orden de alejamiento

Hace al menos medio siglo que habitan el Posío. Son una de sus señas de identidad. Han sido protagonistas de la actualidad informativa por esos altos vuelos que en más de una ocasión los llevaron hasta los balcones de los edificios colindantes, donde hubieron de ser rescatados mediante un colorido despliegue de bomberos. Son, con todos los honores, los hijos predilectos entre la fauna que mora en uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad. Son un símbolo en sí mismos. Y siendo todo esto, y después de cincuenta años de convivencia con los ourensanos, siguen necesitando protección especial de ciertos energúmenos que se hacen pasar por personas y se divierten arrancando plumas a los pavos o cortando penes a los perros. Es una pena que exista una orden de alejamiento indefinida de la civilización para ciertos individuos.

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