Opinión

A este lado del espejo

Apenas me quedé con sus rostros, tal vez sea mejor así. Pero sí que pude ver sus heridas, las que hacían sangrar pies y manos, y las otras, las que, más que verse, se sienten o se intuyen. Porque hay que estar muy heridos para lanzarse a la nada, creyendo que será el todo. Y sentí pena, no por esas llagas sangrantes, ni por esos desgarros , ni por esos cortes, sino por la brutal destrucción que les espera una vez que hayan logrado pasar al otro lado. Ese otro lado del espejo que imaginan más mágico y con alguna opción de salir adelante con un mínimo de dignidad. Este otro lado que sueñan más civilizado, más limpio . Este lado que creen les ayudará a salvar el otro lado más oscuro que dejan atrás. Pero una vez que han llegado, como Dorothy o como Alicia a otra realidad, muchas son las adversidades. Los miro sin querer ver sus ojos , sus miradas de esperanza, fijándome en esas manos, en sus ropas, en cualquier detalle nimio para saber que ya los he visto antes. Los he visto viviendo debajo de puentes, hacinados en las camas calientes, tiritando de frío, presos de mafias sin escrúpulos, destinatarios de insultos, vejaciones y humillaciones. Los he visto llorar de rabia tras ser engañados y utilizados. Los he visto mentir a los suyos jurándoles que todo está bien; los he visto sin poder comer, sin vivir, para mandar lo que sea a los que se han quedado en el otro lado. Los he visto preguntarse porqué, y arrepentirse de haber cruzado, y gritar de forma desgarrada por no entender el haberse quedado sin futuro, sin apenas haber llegado al presente. Y me giro de nuevo para no mirar las caras, para no aprenderme los nombres, porque sé dónde los he visto tantas veces. Y ha sido en muchos mundos distintos, en años diferentes, aunque en vidas parecidas. Los encontré siendo africanos, siendo americanos, siendo asiáticos y siendo europeos. Los he observado saltando vallas, cruzando montañas, sorteando aduanas, atravesando mares. Los he contemplado con papeles falsos, sin papeles, con contratos reales, contratos imaginarios, contratos engañosos. Y los siento cuando están en este espejo y los quieren deportar, echar o expulsar. Y lamento que las voces solo se alcen cuando es Bélgica, Alemania o Suiza quien decide que seamos nosotros los arrojados.

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