Opinión

Lisardo Mazaira- Lito Seoane

Una descripción (en clave de humor) de los diversos especímenes de nuestra “fauna”

Un fuerte nogal de los bosques de Viana do Bolo, de amplias y frondosas hojas, muy enraizado en su tierra, cargado de nueces (frutos muy ricos en aceite) que además de un sabor dulce y agradable, dicen que son muy buenas para el colesterol, ya son para mí suficientes puntos metafóricos coincidentes con el personaje de hoy.

Lisardo Mazaira, un tío “sanote”, de fuertes convicciones con nuestra ciudad, es un histórico y erudito fotógrafo del Ourense más “enxebre”. En la avenida de Pontevedra y avecinando con los Junquera, el Barcelona, Plus Ultra, Orfeón, Recreativa, Román, y la Concepción Arenal (enfrente). Lisardo desarrolló su aprendizaje como fotógrafo al lado de sus padres, Lisardo y Manuela, grandes trabajadores y muy agradables personas. Eran tiempos en los que la fotografía necesitaba del revelado, un proceso de elaboración de tal magnitud, que solo unos pocos artesanos dominaban aquellas técnicas con la necesaria destreza. Rizos, Cudeiro, Gallego, Schreck, Pacheco, Riego , Sanjurjo, Foplas, Chicho y Manolo Bouzo , Reza, Perla, Villar, Belay entre otros muchos y cada uno con su estilo, fueron verdaderos artistas, donde la creatividad se tenía que aunar con la técnica, el entorno (casi siempre el padre Feijoo) , la artesanía del estudio (algunos) y el laboratorio.

A Lisardo Mazaira (Lis para los amigos) le conocí en el Orfeón. Él iba mucho por allí, le gustaba tremendamente la música, pero no sé si por la exclusiva dedicación a su profesión o por su dulce timidez, jamás cambió su cámara por la guitarra y a pesar de su pasión, nunca llegó a integrarse en ningún grupo, pero sí en cambio a ejercer de excelente anfitrión en la famosa bodega-museo de su casa en “La Cuña”, y que solo se diferenciaba de uno de esos “furanchos” (donde al lado de una taza de vino se cantaba y conversaba) en que Lisardo ejercía la filantropía como norma para con sus invitados.

Lisardo Mazaira me traía a la memoria a Marcello Mastroianni, en aquel personaje de "Splendor" (1989), en la que un viejo cine ubicado en una capital de provincias italiana cierra sus puertas para convertirse en un centro comercial. Su propietario, Jordán, es un cinéfilo y evoca su pasado desde que siendo un niño acompañaba a su padre trabajando en sus proyecciones de películas al aire libre.

Y es allí, en la Cuña, entre un montón de antigüedades, donde Lis Mazaira colecciona infinidad de cámaras e instrumentos de todo tipo, entre los que se entremezclan desde un trombón de varas a un precioso contrabajo de madera, entre antiguos receptores de radio, gramolas, clarinetes y toda suerte de evocadores objetos del ayer. Uno se siente trasportado a ese mundo que ha querido perpetuar en su recuerdo del Ourense del pasado siglo.

Pero aun siendo muy curiosa esta faceta de su generosa y dulce personalidad, Lisardo Mazaira, al igual que algunos fotógrafos de aquellos tiempos, conserva religiosamente una espléndida colección de sus fotografías que, fruto de su vocación profesional, algún día harán la delicia de las venideras generaciones.

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