Opinión

La única verdad

Pocas cosas son tan seguras como que si naces morirás. Y sin embargo, ante la única certeza que tenemos en la vida reaccionamos con una lucha desgarradora para que nunca sea realidad. Nadie nos enseña cómo convivir con la ausencia permanente, nadie nos va preparando para asumir que en algún momento el nunca más y el para siempre adquirirán un tamaño tan omnipresente que nos asfixiará por momentos y nos hará creer que no seremos capaces de seguir respirando. Pero lo haremos. El oxígeno continuará bombeando nuestro corazón y la vida permanecerá inalterable a nuestro alrededor. Proseguirán las celebraciones, se mantendrán las fiestas, los fuegos embellecerán el cielo, se subirán a los trenes con alegría, tristeza o indiferencia, dependiendo del motivo de cada viaje. Los aviones continuarán despegando y aterrizando, trasladando millones de historias cada día de un lugar a otro del mundo. La gente proseguirá buscando subsistir mientras corre despavorida huyendo de misiles y bombas. El dolor y las lágrimas de unos no pararán el mundo de los otros, porque sino, aún no habríamos logrado salir de la oscuridad de las cavernas. La muerte se instala un día en nuestras vidas y mirándonos fijamente a los ojos, mientras nos arranca el corazón, nos hace saber que ya nunca más se irá, al tiempo que nos deja al miedo como eterno compañero de viaje. Sólo podemos saber que moriremos y que morirán los otros, los nuestros, pero aún así decidimos vivir con el vacío de ese conocimiento. Y tan grande es nuestra ignorancia que no sabremos consolar ni acompañar ni acertar con nuestros palabras a quienes quedan heridas por el zarpazo, hasta que seamos uno de ellos. Descubriremos que uno de los pocos consuelos que nos son dados es saber cómo se mueren los nuestros, acompañarlos en el último momento con un beso y un abrazo, y tener un lugar, donde sea y el que sea, en el que creer que tal vez nos puedan escuchar. Si también esto nos es negado, la cicatriz eterna siempre sangrará. Y lo saben quienes aún buscan en fosas comunes encontrar a los suyos. Sólo se trata de paz. Sólo es empatía. Pero a lo mejor sólo, es demasiado para algunos.

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