Opinión

“Aldeas modelo”, una ventana de oportunidad

Más de 11 millones de fincas rústicas en Galicia, con 1.732.731 propietarios, deja bien a las claras el brutal minifundismo que padecemos, como una losa que no nos permite avanzar, sino todo lo contrario. Fijar población en nuestra Galicia vaciada no es tarea fácil. Rehabilitar núcleos y generar empleo estable y de calidad en el interior del interior, tampoco lo es. Por ello mismo, cuando surgen ventanas de oportunidades como las denominadas “aldeas modelo” para fijar población, para la recuperación de tierras en estado de abandono generando nuevas actividades económicas, y para proteger estos mismos núcleos de población frente a los incendios forestales... pues bueno, sí o sí, hay que empujarlo. 

Tuve ocasión de asistir hace unas fechas a la jornada “A recuperación da terra agraria en Ourense”, celebrada en Boborás. Y, aunque ya tenía un criterio preconcebido sobre el tema, debo decir que fue más positivo de lo que inicialmente pensaba. Sobre todo después de escuchar las intervenciones de unos jóvenes, valientes y peleones de nuestro rural. ¿Cómo no vamos a apoyar y empujar iniciativas como las de Adrián, Javier o Lucas?, todos ellos promotores en aldeas modelo en nuestra Galicia vaciada. 

Ourense jugará un papel clave en estos proyectos, ya que la provincia acogerá catorce de las veintiuna aldeas modelo aprobadas. Aldeas y tierras en las que la definición de los usos, entre forestal y agroganadero, es esencial. Y una de las partes que más pongo en valor es la tarea de recuperación de la parte edificada de la aldea, con el objetivo de conseguir una rehabilitación integral de la misma. Todo ello, con la puesta en marcha de una rehabilitación tanto de las edificaciones existentes como de los espacios públicos. Y dentro de un ecosistema “living labs”, espacios de innovación en los que la trazabilidad de los productos agroalimentarios y el desarrollo de sistemas energéticos autosuficientes es la máxima a seguir, como la creación de redes de calor de biomasa. 

Los condicionantes económicos, la falta de un cambio de tejido productivo que ayudase a fijar población, la desertización del rural provocada, entre otras cosas, por el abandono de las administraciones y las erróneas políticas económicas y de territorio aplicadas en las últimas décadas, solo han contribuido a agravar aún más el problema del vaciado demográfico en el rural de nuestra España, y de Galicia en concreto. 

Galicia debe apostar de forma clara y contundente por garantizar el futuro del sector agroalimentario para que, definitivamente, se convierta en un pilar fundamental de nuestra economía que genere la riqueza y el valor añadido necesarios para el bienestar y la dignidad de los productores y sus familias. Ya se han cometido innumerables errores y despropósitos con nuestra población en los núcleos rurales. Ya es hora de poner soluciones viables y con retorno encima de la mesa ante la cascada interminable de cierres de actividades agrícolas, ganaderas y de un comercio local en el rural que día sí y día también se evapora ante la falta de población y lógicamente de clientes. Y sí, las aldeas modelo puestas en marcha por la Consellería de Medio Rural de la Xunta de Galicia son un polo dinamizador y una alternativa viable para que nuestros jóvenes no se vayan. Por ello mismo hay que defenderlas y apoyarlas, sin paliativos.

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