Opinión

O bajan el IVA o la economía familiar revienta

En diciembre del 2021 -es decir, hace tres meses- el porcentaje de familias que llegaban con dificultad o mucha dificultad a fin de mes era ya un 52,5%. Pues bien, ahora con el gas, la luz, los carburantes y parte de la cesta de la compra en precios de máximos históricos, la mitad de la población gallega pasa a estar en una situación no ya de dificultad, sino de muy preocupante estado. Y el porcentaje de hogares con dificultades para hacer frente a sus gastos sube, por primera vez desde que hay registros, por encima de un brutal 60%. Estas son ya las iniciales consecuencias de una economía real rota por una inflación descontrolada que ya supera el 7,5%, la más alta de toda la Unión Europea, y que nos retrae a los peores datos económicos desde 1989, casi nada. Y claro que el conflicto bélico agranda muchísimo más el gravísimo problema de costes, pero este ya existía antes de la invasión de Putin a Ucrania, que ningún gobernante se ampare en las consecuencias de una guerra para maquillar o tapar su deficiente gestión económica. 

No se pude seguir machacando fiscalmente a familias y empresas mientras se hipersubvenciona a los sindicatos, por poner un simple ejemplo comparativo de la frivolidad e hipocresía de algunos que dicen gobernar. Este país, España, necesita ya un plan de choque económico, y este tiene que venir de la mano de una rebaja sustancial del IVA en general y en todos sus tramos. Porque es precisamente este impuesto el que más gravamen ocasiona en la economía real, y por eso mismo es también el que más rápidamente puede contribuir a aliviar las economías domésticas y la de autónomos, microempresas y pymes. La bajada del IVA de la factura de la luz del 21% al 10% aprobada por el Congreso en su momento es ya totalmente insuficiente en este contexto económico y social. 

Los costes energéticos tienen ya en vilo, y con el corazón en un puño, a todo el sector agroalimentario, el cual está facturando por debajo de costes en un amplio porcentaje. Y ya no digamos a los transportistas, los cuales trabajan a pérdidas y con perspectivas negativas para los próximos meses. Pero también a todos los sectores que dependen de los materiales de construcción -con el acero y el aluminio a precio de lingotes de oro-, con una derivación inasumible para cualquier coste de construcción pública o libre. Lo cual deriva en un alza de precios que deja a numerosas empresas al borde del concurso de acreedores e impagos. 

Baste un dato más de la economía real del ciudadano de a pie, está vez en los precios de la vivienda nueva en propiedad. Si la previsión era de un encarecimiento de un 6% para este 2022 según Funcas, pues ahora ese incremento podría superar ampliamente el 10-12%, según datos de Fegein para Galicia. Y si nos vamos al mercado de la vivienda en alquiler, comprobamos como éste se ha incrementado en Galicia un 5,9% en la comparativa interanual y las previsiones para el segundo cuatrimestre de este año es que llegue al 7%.

No les voy dar más datos, no hacen falta. Porque cada vez que van al supermercado, a repostar combustible de su automóvil o cuando ven en su extracto de cuenta el cargo de la comercializadora de energía, pues está todo más que dicho. 

Pero no todos sufren el impacto brutal de aumento de precios, no. Yolanda Díaz ni siquiera sabe cuánto paga de factura de la luz de su pisazo público de 443 metros cuadrados en pleno Madrid. ¿Saben por qué no le preocupa? Pues porque su factura de la luz la pagamos todos nosotros con nuestros impuestos, ya que todos los suministros van a cargo de los Presupuestos Generales. Así son y así se comporta la nueva burguesía con aires aristocráticos de estos comunistas que, desgraciadamente, gobiernan España.

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