Opinión

La decadente deriva de una ciudad

Ourense era una ciudad segura, tranquila, paseable, sociable, donde todos de una manera o de otra nos conocíamos y sabíamos quién era quién. Hoy, la realidad de la todavía tercera ciudad de Galicia es completamente diferente. La tasa de delitos en nuestra ciudad es superior a la media estatal, y así nos lo manifiesta con preocupación también el Centro de Información a Muller. Violencia, altercados y peleas con patadas, botellazos y armas blancas en las calles -incluidas las zonas más emblemáticas y turísticas de la ciudad-, y agresiones sexuales constantes como jamás se recuerda en Ourense. Peleas multitudinarias y actos delictivos en el corazón del ocio nocturno ourensano que espantan a vecinos y visitantes, dejándoles un mal recuerdo de lo que tenía que haber sido una estancia placentera, ya que gastronomía y patrimonio arquitectónico es nuestro principal reclamo.

Vandalismo urbano de todo tipo que tiene su máxima expresión en los grafitis que están presentes en todas las paredes y en especial en nuestro casco antiguo y barrios periféricos, dando una imagen de abandono y degradación infinita en una ciudad denostada y abandonada a su suerte. Suciedad a raudales y abandono absoluto en calles y espacios públicos, que en el caso del perímetro rural deriva ya en una auténtica aberración de negligente gestión de lo público.

Y si además vemos los datos del Observatorio contra la Violencia Doméstica, comprobamos como el porcentaje de delitos de lesiones y malos tratos se incrementa notable y preocupantemente, con más de 358 víctimas de violencia de género.

Y si leemos los datos del Ministerio del Interior, comprobaremos como la criminalidad en Ourense se incrementó un 11,78 %, con una cifra total de 4.108 infracciones penales en el pasado ejercicio, superando incluso a grandes ciudades como Zaragoza en delitos. ¡En qué deplorable estado están dejando algunos está ciudad! Y qué pensaran ese puñado de visitantes que nos vienen de vez en cuando en el tan ansiado AVE, los cuales hacen parada de unas pocas horas, un par de días a lo sumo, y que en vez de termalismo solo ven este lamentable espectáculo.

De los concejales que componen la esperpéntica corporación ya ni me voy molestar en calificarlos. Ya hace mucho tiempo que los ourensanos y ourensanas sabemos que están todos y todas amortizados políticamente y desprestigiados personalmente en su totalidad. Si algunos de ellos, o ellas, no lo ven todavía pues que no se preocupen, que les presto mis lentes para que lo vean igual que los 104.596 paisanos que aquí sobrevivimos. Pero lo que más me duele es el uso que le dan a los dineros provenientes de nuestros impuestos y cómo se benefician algunos de ello, como auténticos vividores de lo público.

Una ciudad -la única de Galicia- que sigue sin PXOM, sin viabilidad económica y demográfica, sin planificación, sin rumbo, sin futuro, sin inversiones foráneas ni suelo industrial propio que contribuyan a crear empleo estable y de calidad. Una ciudad donde la tasa de riesgo de pobreza y exclusión social escala a un vergonzante 21%. Donde el 32% de los ourensanos llega con dificultad o mucha dificulta a fin de mes. O donde el 45% de los hogares vive de una prestación como principal ingreso. Por último, un simple y contundente dato más... como el ingreso medio mensual de un ourensano cualquiera, que no es otro que de 965 euros mensuales. ¿Sabe usted cuánto gana un asesor o concejal con dedicación exclusiva? Sí, uno de esos que tienen a nuestra ciudad en el actual estado. Qué preguntas más tontas e incómodas, ¿verdad?

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