Opinión

El descomunal fracaso del estado de alarma

Si alguien se había imaginado que este año iba ser el de la estabilidad y recuperación económica, pues ya les digo de entrada que no. Y lo peor que podríamos hacer en estos momentos es autogenerarnos erróneas expectativas. España aún no ha tocado fondo en ningún parámetro, y menos aún con los tres billones de euros de deuda pública que soportamos, la cual sigue incrementándose mes a mes. Para que se hagan una idea del volumen de deuda pública que pesa sobre nosotros, tal espada de Damocles, ya representa el 75% del valor catastral de la totalidad de las viviendas de España, cuyo precio, en el hipotético caso de que salieran todas actualmente al mercado, sería de 4,1 billones de euros. Es decir, que cualquier día "los mercados" nos pueden dejar, a 47 millones de españoles y españolas, durmiendo a la intemperie... aunque con este brutal ejemplo solo busque concienciarnos de que la deuda pública no puede seguir creciendo de manera infinita.

El descontrol del Gobierno estatal y el caos de las comunidades autónomicas están siendo las premisas de un estado de alarma de 6 meses mal articulado, erróneamente planificado y pésimamente gestionado. Puedo entender y entiendo que en la primera ola del covid-19 se cometieran errores continuos, pues nunca en nuestra sociedad actual nos habíamos enfrentado a semejante reto sanitario, social y económico. En la segunda ola de esta pandemia, los errores ya no eran justificables en responsables públicos de administraciones que ya tenían una experiencia previa, y que deberían saber cóimo actuar y prevenir. Pero es que, lo que estamos viviendo en esta tercera ola roza ya la presunta conducta delictiva, con una negligencia en la gestión por parte de nuestros máximos responsables públicos que nos ha llevado a ser ya el primer país de Europa en número absoluto de contagios diarios. 

Y para rizar el rizo de lo impresentable -y con un ministro de Sanidad en precampaña electoral en el peor momento de la pandemia-, originan con su caótica improvisación una parálisis en el plan de vacunación -derivada de la falta de planificación logística injustificable-, para poder intentar alcanzar la máxima velocidad posible de vacunación. Lo último de lo que nos hemos enterado por los medios de comunicación, y denunciado por el personal sanitario, es que la falta de protocolos para saber qué hacer con las dosis sobrantes de la vacuna del coronavirus deriva en que muchas terminen en la basura. Increíble y aberrante. Han tenido meses para planificar y gestionar correctamente, y ni eso han sabido hacer. Un Gobierno de 4 vicepresidencias, 23 ministros, cientos de altos cargos y miles de asesores, para obtener unos resultados de incompetencia, ineficiencia e ineficacia como jamás se habían visto en un Gobierno de España. 

Para completar esta situación esperpéntica, incluyo la declaración literal del ministro de Sanidad el miércoles anterior al finalizar el encuentro con las CCAA, en la que dice: "No tengo ninguna duda de que vamos a doblegar esta tercera ola también sin añadir nuevas medidas". Y yo le respondo: ¿a costa de qué?, ¿de que siga creciendo descontroladamente el número de personas infectadas, con más presión en nuestro sistema hospitalario, y que aumenten aún más la cifra de personas fallecidas? Pero, ¿a qué grado de locura e irresponsabilidad nos quieren someter? La cogobernanza del Gobierno de este país con las CCAA es ficticia, por ser suave. Puro y duro maquillaje para ocultar  la impotencia política para hacerle frente con resolutividad a una tercera ola que está haciendo estragos en la población, y con un nivel de incidencia jamás visto en toda la pandemia. Y la solución de este pésimo Gobierno es esperar a que escampe poniéndose de perfil. Pero eso sí, cada vez es más larga la lista de cargos públicos vacunados antes que nadie y sin que les correspondiese. ¡Este es el Gobierno y la clase política que tenemos!

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