Opinión

Cuatro frías y duras realidades

1. El 42,4% de los hogares españoles no tenía capacidad para afrontar gastos imprevistos en 2014, el porcentaje más elevado de la serie histórica, según la encuesta de condiciones de vida que elabora el Instituto Nacional de Estadística.

Según el INE, el 10,2% de los hogares admite que se retrasa en los pagos a la hora de abonar gastos relacionados con la vivienda principal.

2. Más de 300.000 desahucios se produjeron en los últimos 8 años en nuestro país, según el Consejo General del Poder Judicial. Trescientas mil familias lo perdieron absolutamente todo. Un drama humano inexplicable con un sistema financiero rescatado con dinero publico, que obtiene nuevamente miles de millones de euros en beneficios.

3. Más de 1.900 personas imputadas en 140 causas abiertas por corrupción. 170 personas ya han sido condenadas por este tipo de delitos en la última legislatura. No obstante, la mayoría de estos condenados no están en prisión, ya sea porque se les impuso una pena de cárcel que no les obligaba a ingresar, porque únicamente fueron inhabilitados o multados o porque aún tienen recursos pendientes.

4. 4.333.016 hombres y mujeres están actualmente desempleados, según la última EPA, con un número de parados jóvenes que ha crecido un 76,2% desde el inicio de la crisis, hasta alcanzar el 51,8% de tasa de desempleo.

Estos son los fríos y durísimos datos que explican en un altísimo porcentaje el cambio político producido en este país el 24 de mayo. Espero que la ceguera política de algunos desaparezca de inmediato y no se arrastre a este país, en el mes de noviembre, a una anarquía que personalmente no deseo, ni para mí, ni para nadie. Las elecciones europeas eran clarividentes analíticamente, y ni aun así se supo o quiso interpretar un resultado que invitaba a la autocrítica inminente.

Simplemente solicito y pido, una vez más, la regeneración democrática ineludible e imprescindible que se debe realizar ágilmente para salvar al conjunto de la ciudadanía. Existe malestar y hartazgo en porcentajes muy elevados. Pero hay que decir que los mismos que originaron o no supieron combatir los problemas, no van ser quienes los solucionen ahora. Renovarse en personas, discurso y estilos es vital ante aquellos dirigentes que obvien o no sepan enfrentarse y lidiar con los serios y graves retos y dificultades de calado que afectan a la vida real de los ciudadanos. Si no se actúa con firmeza personal, ideales nítidos y valentía política, el fracaso colectivo está más que asegurado.

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