Opinión

Juan Pablo II vs Francisco

Puede, seguramente, que algunas de las personas que lean esta columna piensen ¿pero qué necesidad tendrá este de meterse en esos jardines? Y seguramente tengan razón… pero les diré que desde hace mucho tiempo me considero una mente totalmente libre, y esa libertad es la que me empuja a manifestar y argumentar lo que creo y pienso, siempre con respeto, por supuesto.

Ya sé que las comparaciones son odiosas, y comparar dos figuras como el papa Wojtyła y el papa Francisco puede dar lugar a analizar dos figuras muy diferentes pero con un mismo destino, en teoría. Empezar diciendo que no soy católico practicante (lo fui). Por ello mismo, mi objetividad es mayor y no partidista. Del papa Wojtyła me considero admirador por sus obras y sus hechos, por su forma de ser, por su entrega y por su fortaleza de espíritu. Por ser la persona clave que contribuyó al final de la Guerra Fría. Ya que él entendía mejor que nadie lo que representa la amenaza de gobiernos marxistas-comunistas. Y es porque sabía lo que significaba vivir bajo un régimen comunista... era polaco. Por su apuesta por la restauración de una Iglesia anclada en el pasado. Y, sin ninguna duda, con Juan Pablo II comenzó un período de involución en el mundo católico positivo para la Iglesia en todos sus parámetros y ámbitos. Por supuesto, a tal fin contribuyó sobremanera su enorme esfuerzo en realizar sus numerosos viajes apostólicos, que lo acercaron a millones de personas en todo el mundo. Era un librepensador al cual aún admiro profundamente por sus ideas nítidas, sin subterfugios ni ambigüedades. Y era también una persona marcada por la Segunda Guerra Mundial. Por ello recordaba públicamente cuando tenía ocasión el “miedo, la violencia, la inmensa pobreza, la muerte; las dramáticas experiencias de dolorosas separaciones en un tiempo en el que no había ni seguridad ni libertad; la conmoción imborrable provocada por un exterminio ilimitado”. Era un papa que conocía los despiadados efectos de una guerra y por ello mismo su criterio era cátedra. En definitiva, un papa que predicó con el ejemplo y que fue inspiración para muchos hombres y mujeres (entre los que me encuentro), y que sin duda alguna, con él la Iglesia tuvo mucho más predicamento y contenido. Seguramente en el conflicto bélico actual, con su mediación hubiese encontrado ya una vía de solución y pacificación.

Y es que ahora tenemos a su antítesis, el papa Francisco, que representa el cristianismo progresista y su complicidad manifiesta con el marxismo latinoamericano, o donde se tercie. De ahí su “debilidad” en una condena enérgica de la invasión rusa en Ucrania. Todo son vaguedades, declaraciones públicas triviales, intentos de intermediación sin fuerza ni convicción y, lo más relevante, haciendo llamamientos al presidente de Ucrania para que esté abierto a serias propuestas de paz, como si fuera él el invasor, en vez del invadido. Un papa Francisco que es un bluff para muchos católicos (y así me lo manifiestan personas que se consideran practicantes). Un papa que públicamente no descarta en dimitir de su actual responsabilidad en la Iglesia Católica ofreciendo así una imagen de interinidad y falta de proyecto eclesiástico. En conclusión, un papa Francisco que únicamente basa su ideario económico en una doctrina social de la Iglesia que solamente es una mezcla de buenos propósitos, vaguedades y declaraciones vacías de forma y contenido, y para más desilusión y desmotivación del mundo católico, contradictorias entre sí mismas. Antagonismo puro y duro.

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