Opinión

Mujeres trabajadoras

Quiero manifestar primero mi reconocimiento y homenaje, fiel y sincero, a las mujeres trabajadoras, a todas. Porque, ¿qué mujer no trabaja desde que se levanta hasta que se acuesta? Da igual que sean asalariadas en los sectores público o privado, autónomas, empresarias o se dediquen a su hogar, todas ellas nos dan todos los días de su existencia una lección de constancia, sacrificio, esfuerzo y saber estar, pensando siempre en las necesidades de las personas que las rodean, anteponiéndolas a las suyas mismas. Sé muy bien de lo que hablo, porque ese ejemplo lo he tenido personificado, toda mi vida, en mi madre y por supuesto en mi mujer, gerente de su propia actividad económica y madre de tres hijos en régimen de exclusividad total y absoluta las 24 horas del día, los 365 días del año. A ninguna de las dos le llegaré jamás a la altura de la suela de sus zapatos, en todos los sentidos de la vida.


España fue, después de Portugal, el país de la UE donde más creció la brecha salarial entre hombres y mujeres entre 2008 y 2013, al aumentar 3,2 puntos porcentuales. Lo que nos sitúa actualmente con una distancia del 19,3%. Y en Galicia, los ingresos medios de un hogar nos sitúa en 1.906 euros mensuales.
 Doy estos primeros datos para situarnos en contexto y solicitar que patronal y sindicatos deben ponerse de acuerdo para subir los sueldos en este 2015, cerrando así el Acuerdo de Negociación Colectiva y recomendando personalmente un consenso en el entorno del 1%. Las políticas de recorte de salarios tras dos ejercicios, y con un resultado que nos ha derivado a una clara mejora del empleo, que volvió a crecer un 2,53% por primera vez en la crisis; y una reactivación de la economía, con un avance esperado del PIB del 1,4% este año, nos permite inyectar más recursos en las familias a través de un moderado incremento salarial. Aunque por supuesto esta subida salarial debe ir acompañaba de medidas sociales de choque y con urgencia ante un escenario de desigualdad social brutal.
 Según la OCDE, 12,5 millones de españoles se hallan en riesgo de pobreza y exclusión social, lo que manifiesta claramente que las desigualdades sociales siguen abiertas de par en par. Es necesaria autocrítica, autocrítica y autocrítica para de una vez lograr un escenario de recuperación sólido que se materialice en el bienestar y calidad de vida de los ciudadanos.
 En este contexto, apoyo los tres ejes o principios comunes del Plan Nacional para la Inclusión Social:
Las políticas activas para un mercado de trabajo más inclusivo, dirigida hacia las personas con mayores dificultades de acceso al mismo; la asistencia mediante unas políticas de rentas mínimas que asegure la cobertura de las necesidades básicas, y el acceso a unos servicios públicos de calidad.

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