Es el Valladolid para la LEB Oro lo que el Getafe para La Liga de fútbol. Sin exquisiteces, pero con apuntes de buen equipo. Ni la más mínima concesión. Capaz de ganar cuando parece que no lo merece. Un equipo con cierta clase en alguno de sus jugadores, pero más esfuerzo por parte de todos. Así tomó ventaja el Vallodolid. En lo que tardó el COB en entender que aquello era más cuestión de fuerza que de maña. Lo que fue la primera parte. No así en la continuación con una segunda unidad ourensana más física, Sima, Serrano,Van Wijk... capaces de amainar los exacerbados ánimos de los locales a la vez que de favorecer el protagonismo del último refuerzo, Txemi Urtasun que en la teoría de Taleb sería ese "cisne negro" o impacto imprevisible que, junto con los triples de Edu Martínez, llevaría el partido hasta el límite decisivo de una última canasta... fallada.
Decisión al límite, esquematizada en la "pizarra" y no del todo continuada en la pista, donde no todo es cuestión de fundamentos, si no también del control del espacio, serenidad, liderazgo...carácter. Todo aquello que dominaba el "coronel" Andre Turner e intentaba transmitir al "rookie" Chandler Thompson (22 años y primera experiencia fuera de casa), sobrado de físico, no tanto de tiro a media o larga distancia, a quien siempre le recordaba que "los balones calientes son cosa mía... tu protagonismo cuando te lo hayas ganado". Con el tiempo Thompson reconocería que haber coincidido con Turner fue decisivo en el inicio de su carrera.
