Opinión

Fiscala jefa

Hasta hace 36 años la palabra jueza no significaba más que la mujer del juez. Las mujeres tenían prohibido por ley ser jueces o fiscales. El legislador consideraba que había que protegerla de una profesión muy dura. La consabida protección ha sido desde siempre uno de los argumentos favoritos para cerrar puertas.

En año 1978, en pleno período de transición, Josefina Triguero tomó posesión de su cargo en un Juzgado de Badajoz. Por esas fechas el destape era ya conocido en el mundo entero y el país bullía con la apertura democrática, pero las cosas en la judicatura iban despacio. La jerarquía del poder judicial no se caracteriza por darse prisa en abrir sus puertas a la presencia femenina, de hecho hay algunas que permanecen cerradas a cal y canto.

Por ello es necesario celebrar que por primera vez en la historia sea una mujer la responsable del Ministerio Fiscal en España. Es una noticia de calado porque si bien hasta ahora las mujeres dominan las facultades de derecho y el número de juezas supera con creces al de jueces, los altos puestos del escalafón de las togas y los birretes se resisten.

El reconocimiento a Consuelo Madrigal por parte del poder judicial ha sido unánime y esto no es baladí. Todos sus colegas han resaltado su rigor profesional, su experiencia y conocimiento, en definitiva su capacidad probada para asumir esta responsabilidad. El único criterio aplicado para su elección ha sido el profesional. Las cuotas son necesarias pero como en la mayoría de los casos en este no hace falta. Sólo es necesario actuar sin prejuicios ni estereotipos, con la libertad de valorar sólo y exclusivamente la profesionalidad.

Hace unos meses tomaron posesión como jueces en Galicia nueve juristas, ocho de ellos son mujeres. Ese ratio lo dice todo de la realidad del sistema judicial, por tanto es lógico y normal que el Ministerio esté presidido por una fiscala. Lo raro es que esto no se hubiese producido antes.

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