Opinión

Cajita de madera lacada

Cajita de madera lacada
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Todos necesitamos un consuelo. Un lugarcito donde refugiarnos. Un espacio propio. A veces, basta un paseo por el bosque conocido para comprobar que el árbol que te llama sigue ahí y quedarte un rato en silencio. O tal vez acercarte a la fuente y dejar pasar las neuras viendo salir el agua nueva que llega desde la panza de la montaña. No son muchos los lugares importantes donde recordamos lo más limpio que nos habita y también lo más secreto. Si afuera son ramas y nacientes, adentro son cajitas y cajones. Tengo varias cajas heredadas para guardar cosas periféricas y también tesoritos personales. Una es la grande de las grullas y el sol oriental, que tiene un espejo dentro. Otra es la de madera de olivo, que nunca cierro sin dejar de aspirar el aroma de la tapa. La mejor, mi favorita, es la pequeña caja lacada en rojo.

No recuerdo bien de dónde salió esta caja. Pero sé que tiene muchas vidas. Está hecha de alguna madera ligera y pintada en un hermoso tono almagro. Apenas se distinguen los contornos de unas flores ingenuas en la tapa y la silueta de un pájaro en pan de oro. La laca se ha fundido con la madera y encarna sus vetas. Es una caja hecha para disfrutarse en la oscuridad y pierde belleza si le da la luz, porque su tarea es guardar secretos y los secretos comienzan cuando empieza a oscurecer. Alguien, que seguramente habrá vivido sin pensar que el planeta se acaba, desmontó su pequeña cerradura y tapó el hueco con pasta. Quizá perdieron la llave. En su lugar fijaron dos arandelas para un pequeño candado. 

El interior de la caja es negro y brilla como una recompensa. Aquí guardo piezas de relojes, cargas de tinta, un destornillador de precisión. Son cosas importantes que sirven a otras cosas importantes. Me gusta usarla en estas tareas cotidianas y pensar qué otras cosas habrá guardado esta cajita silenciosa que tiene toda la fuerza de otro tiempo. Alguien que nunca conoceré tajó los leños. Encoló las juntas. Aplicó laca. Pero quien la hizo, quien la usó, quien la reparó, siguen aquí, conmigo, guardando sus cosas. Todos compartimos esta cajita. Es nuestro secreto.

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