Opinión

Chaqueta Barbour

Que sigan llegando el frío y las lluvias es la gran noticia. Que, a pesar del cataclismo, las partículas se sigan ordenando con esa armonía incomprensible. Y con su regreso, uno vuelve a habitar un yo impermeable. Un yo aislante. Un yo repelente. En los otoños, y también en estos inviernos que ya no son inviernos, regreso a esta chaqueta Barbour. Es la prenda estrella de la vida en la campiña británica (a la campiña británica se le dice así porque, entre ovejas y máquinas de vapor, han arrasado con los bosques). Es la chaqueta para esta y todas las lluvias.

 El señor Barbour inventó este tejido de algodón encerado a finales del siglo XIX. Encontró una lona resistente a la que le aplicó calor hasta derretir una capa de cera y crear una película por la que resbalaba el agua. Cinco generaciones después, este tejido técnico primitivo sigue siendo igual de eficaz bajo las trombas de agua. Así me lo dijo su heredera cuando fui a entrevistarla a Newcastle y me regaló esta chaqueta. Eso que es lo que hacían, hacen y harán muchas marcas con la prensa: comprarla. Se trataba de un reportaje pactado, edulcorado y biensonante. Aún así, poco había que decir de esta prenda indestructible. Lleva conmigo 15 años y está -casi- como el primer día. Tengo otra Barbour con un bolsillo especial para llevar conejos (también son prendas de cazadores), pero esta es la que mejor sienta al cuerpo y al tiempo.

La chaqueta está llena de bolsillos generosos, cremalleras estupendas y hechuras súper útiles. Se siente acorazada, diseñada para atravesar tormentas. Es la chaqueta que mejor se lleva con los robles y castaños en esta provincia libre de eucaliptos donde es más sencillo abstraerse y pensar en los bosques originales que han ido talando desorganizadamente varias estirpes de paisanos. Cuando se ha roto, la he mandado zurcir y cada temporada le aplico obedientemente una capa de cera calentada al baño maría. Después de este mantenimiento, es más compañera, tiene más arrojo y más ganas de aventuras por las carballeiras. Al respetarla, se porta mejor. Pienso seguirla zurciendo hasta que no pueda distinguirse el remiendo de la tela original.

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