Opinión

Estufa de hierro Jøtul

Estufa de hierro Jøtul
photo_camera Estufa de hierro Jøtul

Hace más de cien años, en esta misma casa, cocinaban en un hogar abierto sobre el suelo de la cocina. Para eso, los antiguos colocaron unas losas de piedra enormes sobre lo que era la cuadra de los cerdos. En una de esas piedras se distingue el redondel del hogar donde se hacía la bica de maíz, la golosina de los hoy muertos. Las vigas y tablones del tejado todavía siguen negras desde aquellas noches de humo y silencio. Allí los imagino, en sus asuntos, alrededor del fuego. Es una puerta al neolítico. 

Aquel fuego abierto que ardía en la cocina se almacenó después en una cocina económica. Yo añadí una estufa de hierro nórdica una vez que la otra calefacción, las vacas, han pasado a ser un recuerdo en todo este país (cuando Europa decidió convertirnos en su península de camareros). La estufa de hierro es la mejor estufa que se ha hecho nunca. Sueca. Centenaria. Absoluta. Su marca es Jøtul, que se escribe con esa “ø” de Saturno maravillosa. 150 kilos de peso y sistema de doble combustión, donde los gases recirculan y vuelven a inflamarse, en una bocanada sobrenatural al otro lado del cristal. La Jøtul tiene cuatro patitas graciosas y una gran puerta con arcos góticos que se abre con un pestillo de hierro y madera. En las esquinas, ribetes y filigranas y, bajo la panza, un cenicero. Las digestiones de los leños son lentísimas y puedo tener un fuego encendido eternamente. Cuando los abedules crezcan, seré autosuficiente en leña. Lo más parecido a ser rico.

La Jøtul es uno de los corazones de la casa. Como tener al Sol guardado en una caja. Adentro, suceden explosiones sucesivas y se libera su energía, la que quedó atrapada en los árboles que se van tostando. La instalé en el salón sobre una placa de pizarra que me regaló el padre de un buen amigo. Encenderla es encender un fuego doble, el que calienta la casa y el del pecho propio. Junto a ella, uno no quiere ir a ninguna parte. Si se regula el tiro, late suave como una procesión o todo se agita como en la atmósfera de Júpiter. De una cosa estoy seguro: cuando deje de habitar estos muros, la Jøtul los seguirá calentando para consolar a otros cuerpos. 

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