Opinión

Gato chino que saluda

Gato chino.
photo_camera Gato chino.

La hospitalidad es lo que nos reencuentra con lo más humano que llevamos en lo profundo. Es una sonrisa que encuentra una sonrisa desconocida. Esa cosa mejor que nos habita y se abre paso para salir del parapeto del cuerpo, del prestigio, de los modales. La hospitalidad es querer al extraño sin conocerlo y agasajarlo en su camino. Es una virtud divina: confiar ciegamente en el otro como si fueses tú mismo. Esta es la gran verdad que uno se lleva cuando anda por ahí y por la que abre su casa a los desconocidos. Para corresponderlos sin saber quién son. Para quererlos sin pedir nada a cambio. Para limpiar sus pies. La vida es un pequeño viaje entre semejantes. Al fin y al cabo, estamos orbitando la galaxia con nuestros planetas hermanos protegidos por el Sol. 

Abro mi casa al desconocido porque creo en la hospitalidad. Eso es un hospital. Un lugar para recibir, tratar, curar. Donde siempre intento tener comprensión y comida para el otro. Cuando empecé a abrir mi casa a los otros, en el Lavapiés obrero, dejé en la entrada ese gato chino que saluda, el Zhaocai Mao. Entonces, este juguete me parecía una asociación kitsch. Pero el gato ha viajado conmigo por los años y ahí sigue, junto a la puerta, moviendo su brazo a pilas. Es una baratija de plástico con un motorcito y un brazo articulado que se mueve con dos baterías AAA. Tiene unas inscripciones en caracteres chinos en su cola y en su brazo robótico (quién sabe qué pone ahí), ojos almendrados y una gruesa capa de pintura color oro que contrasta con el rojo de su collar y su pecho verde. 

Quizá este gato sea un San Pancracio oriental, más amuleto para los dineros que para las compañías, pero lo veo saludando con su brazo mecánico y algo en mí hace clic. El bicho insiste con su manita pendular que todo está bien. Que vivir es extraño. Y que se sufre menos cuando abrazas a otro que también se siente extraño.

En este lugar entre lienzos jacobeos, abierto a celebrar mientras vibren las entrañas, el gato chino nos recuerda lo importante: el tesoro de acoger al otro. Sed bienvenidos.

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