Opinión

Globo terráqueo giratorio

Globo terráqueo giratorio
photo_camera Globo terráqueo giratorio

El mejor viaje es el que empieza con el dedo sobre el mapa. Aquel que se sueña antes de ir a ninguna parte. El viaje que nos pone en contacto con la sustancia nómada que todavía nos habita, como las bandas de cazadores domesticados que todavía somos. El mapa nos ayuda a entender nuestro lugar en el mundo y nos obliga a encontrar ese punto en la inmensidad donde deberíamos estar. Antes del GPS, el mapa era el pensamiento final que nos devolvía la pequeñez de la vida y no esta cosa tan ufana de situarnos en el centro del paisaje, como si todo girase en torno a nosotros. También nos obligaba a entender las estrellas y triangular nuestra insignificancia el territorio. Con el planeta geolocalizado y la frontera del espacio exterior llena de satélites (más de la mitad son ya basura espacial) nos creemos dueños de todos los destinos mientras cualquier cacharro nos dice cómo llegar adonde no deberíamos estar.

Con los años, he tenido la fortuna de conocer algo de mundo. Pero nada de lo que he visto fue mejor que lo soñado junto a este mapamundi. Lo tenía mi tío el farmacéutico en su despacho y en él buscaba los lugares de las aventuras de Salgari y Jack London: Malasia, el Yukón, las selvas de Australia. El globo, de un plástico recio, está hecho de dos cuerpos unidos por un Ecuador de plástico. Ha sobrevivido bastante bien los trotes: la base de madera sigue sujetando el eje, que es de acero y abraza la esfera de sur a norte, historiado con los grados de latitud. Reparé con un corcho un agujero en la Antártida de Amundsen y alguien quemó con su cigarro la Taiga por donde se movía Dersú Uzalá. También falta la luz que lo iluminaba desde adentro, como si fuesen los mares de hierro líquido que rellenan nuestro planeta periférico de esta galaxia periférica.

Tengo este mundo sobre una mesa, a la entrada de la casa. Basta un vistazo para recordar que ya casi todos los sitios son iguales y que no hay mayor pecado que viajar. En estos días de postverdad, terraplanistas y conspiraciones, hago rodar la esfera y la paro en la provincia que habito, verdadero misterio por explorar. Lo inmediato es el mejor destino.

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