Opinión

Termo Stanley Classic One Hand

Quizá la más profunda de las verdades sea la de las clases populares. Ellas modelan los pasadizos subterráneos del carácter de un país, tejen las esquinas del habla y cantan a las cosas de la vida. Los de abajo, recordemos, soportan a los de arriba. Y eso da forma a todo. Es una manera de estar en el mundo. 

Hoy traigo un objeto popular, mi termo Stanley. Stanley es la marca de los currelas americanos. Una marca para tipos duros que hace cosas para durar: herramientas, cajas de herramientas y la fiambrera metálica más bonita del mundo (la que lleva Adam Driver en ‘Paterson’). También una taza de campamento que es agarrarla y sentirse joven castor. Me compré este termo hace varios inviernos, en uno de esos países carbonistas. Lo estrené con la nieve hasta el muslo mientras escuchaba el crujir de mis propios pasos y le daba algún trago a café enriquecido con aroma de avellana y cortado con half&half, que es una de las mejores guarradas de la alimentación industrial. El termo está hecho de aluminio de doble pared para mantener la temperatura y tiene el color más bonito del mundo, un verde marcial, entre bosque y tanque. El mecanismo de apertura es fantástico, se usa con una sola mano y nunca gotea, por eso puedes conducir o instalar un tejado mientras bebes. Se adapta a la mano como un raspador de sílex del neolítico o un smartphone. Además, cabe el café justo de una moka Alessi mediana. Ultimamente llevo en él café de Brasil que muelo a mano después de una epifanía: que el café puede ser un lujo cotidiano y asequible.

Quiero tanto este termo que se lo he regalado a algún buen amigo en agradecimiento profundo y también me lo han copiado silenciosamente alguno de esos que se dedican a copiar silenciosamente. Viene conmigo cada día. Atravesar junto a él las nieblas primeras de la mañana ayuda a enroscarse bien en la vida y a darle al día lo que necesita de ceremonia y de repetición. Sé que a la vida le quedan meandros impredecibles, pero este amigo poderoso estará conmigo el resto de mis mañanas.

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