Opinión

Termoventilador de estufa

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Cada día suceden cientos de milagros pequeños.

Micromomentos en los que se rompe la inercia y la vida cambia de dientes. Violenta, inesperadamente. Basta estar atento y practicar la presencia. Dejar que la magia regrese a la vida. Porque la vida es magia. Uno de esos momentos es el desperece del termoventilador, una vez que el fuego de la cocina cobra el cuerpo suficiente como para hacer girar sus pequeñas aspas. Cuando, de la nada, este extraño electrodoméstico, reclama presencia y empieza a girar en un trabajo incansable.

El termoventilador vive en la esquina derecha de la cocina de leña. Es una pequeña máquina encargada de desplazar las bolsas de calor que suben del fuego cautivo en dirección horizontal. Está construido en aluminio, para calentarse rápido al contacto con la plancha de hierro y convertir ese calor en la energía que mueve sus pequeñas aspas. Todo él es un zumbido musical que, con su pequeño trabajo, ayuda a repartir el calor hacia las zonas frías de la estancia (el calor, como los dioses, viaja de abajo arriba). Silbando sobre el hierro, el termoventilador es una presencia viva, una brisa animada por el fuego. Todo un ecosistema sonoro cuando se suma la vocecita del compresor de la nevera y el tictac del reloj campesino, que suena en el silencio sagrado del campo, cuando callan los pájaros y las máquinas lejanas de los hombres próximos.

Cuando el fuego de la cocina cobra cuerpo, el electrodoméstico se despereza y empiezan a girar sus pequeñas aspas

En invierno, me gusta sentarme en la banqueta de mimbre y sentir cómo crece la llama desde la piña hasta hacerse hoguera. La cocina cobra vida. La plancha se calienta. Y ese calor que le sube por los pies a nuestro pequeño aliado se reencarna en la electricidad que empuja su giro: con la llama nace el viento. Por la mañana, aunque el fuego se haya extinguido, todavía queda calor en la plancha y el termoventilador sigue moviendo el aire. Entonces, quizá, pare su giro con un dedo entre las aspas o avive las brasas con un buen leño. De nuevo, un átomo tiene las mismas posibilidades que todo el universo. La gran verdad gira de nuevo.

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