Opinión

ATILA, EL REY DE LOS HUNOS

En la vida, para comprender, para comprender de verdad cómo son las cosas de este mundo, debes morir por lo menos una vez', escribió Thomas Mann hace casi un siglo. En mayo del 2010, Zapatero murió aprendiendo. Por eso creo que el mejor ZP es el que se va. Con la versión más racional y responsable de las muchas que le hemos conocido. Con las ideas más claras.


Zapatero ha sido el presidente más atacado y vilipendiado de la historia democrática de España. Desde el minuto uno hasta el día de hoy. De entrada se deslegitimó su primera victoria electoral, fruto de imposibles y rocambolescos contubernios. Después llegaron la venta de Navarra, la traición a los muertos, la connivencia con ETA, la entrega del Estado a Cataluña, la responsabilidad exclusiva de la crisis y de cada uno de los parados? Le han llamado de todo, incluso en sede parlamentaria: sectario, bobo, radical, agitador, resentido, estafador? Hasta se han mofado de su abuelo fusilado. A pesar de ello, él ha guardado siempre las formas. Nunca se le calentó la boca. Y eso es de valorar y agradecer. Para rematar, este domingo, el siempre ocurrente Camps le comparó con Atila, el rey de los hunos, aquel tras cuyo paso la hierba no volvería a crecer.


Lo cierto es que ZP ha excitado, casi siempre muy a su pesar, la crispación en España. La inesperada derrota de la derecha en 2004, la dura oposición de sectores poderosos como la Iglesia a sus políticas sociales, la explotación 'ad nauseam' de las vísceras del nacionalismo español más excluyente?, han sido el caldo de cultivo para el renacimiento de las voces políticas y mediáticas más cainitas y radicales de este país. Con gran presencia en Madrid y en la nueva TDT. Con Zapatero han tomado oxígeno. ¿Qué harán ahora sin él? Pues buscar al siguiente para continuar con la misma táctica. A su sucesor, sea cual sea, gobierne o no gobierne, le espera el mismo trato.


El activismo de los gobiernos de ZP ha sido enorme y sus logros muy positivos para la vida de los ciudadanos. Se han ampliado los derechos civiles, se ha liberado a la radiotelevisión pública de su tradicional vocación de servicio al gobierno de turno, se ha conseguido una nueva alternativa de poder en Euskadi, se han incrementado exponencialmente las becas, consagrado el derecho de los dependientes a ser asistidos con dinero público, se ha promulgado una buena Ley de Reproducción Asistida, ETA está en su fase terminal tras convertir el fracaso táctico del proceso de paz en un gran acierto estratégico, han disminuido las muertes por accidentes de tráfico, se han incrementado las pensiones y el salario mínimo... Pero poco parece valer hoy todo esto. El país ha mejorado, sin duda, pero la sociedad no lo ha hecho. Y el clima político tampoco.


Han faltado discurso, liderazgo y personalidad en ZP. Ha sido excesivamente personalista. Le ha sobrado protagonismo en la acción de gobierno. Ha entendido que ese era su deber y se ha equivocado. Ha confiado demasiado en su buena estrella perdiendo con ello la iniciativa y la capacidad de modificar las cosas, de transformar España, de modernizarla conjugando la igualdad de oportunidades con la cultura del mérito, el riesgo y la innovación. La credibilidad de la que por algún tiempo disfrutó, pese a los desaforados ataques de sus enemigos políticos, no fue utilizada para mirar a la gente a la cara y decirle siempre la verdad, sin paternalismos más o menos interesados. Aun así, la historia le juzgará. Estoy seguro que con un veredicto globalmente favorable. Dentro de unos años, como ya ocurrió con Adolfo Suárez, dará vergüenza ajena leer lo que se ha escrito o dicho sobre ZP y se valorarán en justa perspectiva sus luces, sus sombras y el importante legado de su presidencia. Fruto más de las convicciones que de las ideas. Ni Bambi ni Atila. Con aciertos y con errores. Como cualquiera.

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