Opinión

El AVE, obreros sin protección, eméritos y otras misceláneas

A pesar de no pocas reticencias con esto del AVE, el resultado es que las capitales más importantes las tenemos no a tiro de piedra porque la frase significaría que están muy cerca, aplicable en todo caso para el tiempo que recórrerse el trayecto, que permiten pasar un día entero en cualesquiera de las grandes o medianas para múltiples cosas como visitar museos, monumentos, hacer gestiones o simplemente perderse en sus calles. A pesar de los agoreros que nunca faltan, el AVE muestra una realidad de llenos a cualesquiera horas. Madrid a dos horas y unos minutos; Zamora, a la mitad; ciudades del Levante y el sur, a dos horas más, pasando por Madrid, hacen de estos trenes de alta velocidad que se vayan abandonando los hábitos del uso del propio auto más allá de los 100 km, lo cual más que deseable. Los políticos de la Xunta y sus compadres nacionales que echaron pestes sobre retrasos y un tanto tibios en que el proyecto se materializase, en esa política incomprensible de oponerse a todo lo que el contrario o rival político haga, ahora echan flores a la bonanza de que esas vías de alta velocidad llenen de turistas las ciudades gallegas.

Ruando por la ciudad se advierte un tráfico reducido a la mitad, cuando se traspasa el ecuador de cada mes, porque escasos los recursos para el precio de la gasolina, o te pasmarás cuando en estas obras menores de urbanización de aceras un operario maneja una rebarbadora o un martillo neumático sin protección de mascarilla para el sílice, ni gafas para evitar que las esquirlas dañen los ojos, ni auriculares para proteger su sistema auditivo, cuando las normas de seguridad e higiene en el trabajo son obligatorias y de tan notorias en obras públicas, que no son vigiladas por los organismos que han dado la contrata.

Con mecánico de automóviles departo por minutos mientras testea el mío incidiendo en la carestía de la vida. Se fue a Valladolid a buscar una máquina paleadora y se gastó en el transporte 600 euros de gasóleo (hoy serían más). No se explica cómo los transportistas se defienden, me dice. En España los transportes de mercancías apenas usan el ferrocarril que está infrautilizado. Nos ahorraríamos desgaste de carreteras, gasoil, camiones. Aunque suene a utópico es insostenible este modelo de transporte que tenemos en distancias, más allá de los 100 km. Habría que habilitar estaciones como Taboadela o el Polígono como grandes bases de confluencia de carga y descarga de contenedores, que deben viajar por ferrocarril, pero por nuestra provincia, en repartos menores.

Leo en una crónica deportiva que se refiere a das e dos camiñantes, en ese retorcimiento idiomático en que se incurre ya por costumbre en esto de ellos y ellas, las y los. Si el idioma tiende a la brevedad, aquí, a la longitud, no sea que se nos enfaden las.

Con esto del emérito (demérito, debería) monarca(término que prefiero para las mariposas que emigran de Norteamérica a Centroamérica), con su vuelta, anduvieron las televisiones afanadas en este temporal retorno del inviolable al que se archivaron por tal varias causas, y las que no, por prescripción de este enriquecido injusto. Los de la vela en Sanxenxo, dicen que un activo para la regata; la tripulación del Bribón (que nada más apropiado) que imprescindible el emérito formando parte de ella, que con él no hay regata que se resista, se da a entender para acto seguido decir que se le hará acomodo, como se hizo, con asiento especial en el velero, o sea de peso muerto. Un despropósito. No sé a quién engañan estos oportunistas y los de la vela aristocrática. El presidente de la Xunta, dice que es un activo para el turismo, como si los sinvergüenzas lo fuesen, aún con entorchados o coronas, y que Galicia se coloca en el mapa( como si nunca lo estuviese) con la vuelta del emérito, otro sinsentido a los que acostumbrados nos tienen estos botarates de la política, que cada vez que hablan, pareciere como si para idiotas sus expresiones, cuando ellos de abundante estolidez, de continuo refrendada por lo que dicen. Asistimos a una farándula sin cuento, que como tal establecida sin tasa. Partidos de derechas o izquierdas se han sumado a la recepción, y quién no, porque si alguno se desmarcase de utilizar el incensario, el otro se lo reprocharía. Bueno, unos cuantos hay desmarcados. Yo creo que a la ciudadanía le traerían sin cuidado el emérito, demérito o campechano, y hasta el que no tiene esos atributos pero ejerce por herencia la corona, así en minúscula. Cada vez que se la toca, asistimos a una defensa ardorosa de unos, que llevan el republicanismo como lema de partido; de otros, el oportunismo de identificar el estado con esa corona; a todos, con una monarquía, obsoleta institución que solo se defiende a sí misma respaldada por algunos nostálgicos. Asistimos impávidos a esas manifestaciones sin sentido de nuestros representantes públicos, que parecen desoír lo que la ciudadanía siente. Pero este mundo al revés quiere hacernos comulgar con lo que no creemos, como esa monarquía hereditaria, de oropeles, besamanos, lameculos, reverencias y aduladores sin cuento, creando una jerarquía irracional y antidemocrática. Los medios, pretendiéndolo o no, son los grandes difusores llenándosele la boca y cubriendo espacio para esa audiencia tan disputada.

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