Opinión

Confinados se oye el rumor de la Tierra

Confinados se oye el rumor de la Tierra

Mientras en Francia cantan la Marsellesa para solidarizarse con los que están en primera línea, nosotros tenemos un himno nacional sin letra y uno gallego excesivamente farragoso, imposible de aprender salvo por los muy entregados al señor de Breogán. Uno no cree ni en himnos ni en banderas en pro de las cuales  se cometieron las mayores atrocidades de la historia desde que la sociedad comenzó a hacerse guerrera con bandas al principio y después auténticos ejércitos corriendo tras esos trapos ondeando a un viento o natural, o artificial provocado por la apresurada marcha de los mesnadas en campaña. Aunque teorías muy serías dicen que el progreso humano se debe a las guerras.

Aplaudimos mientras estamos pensando porque si tanto nos solidarizamos con los que curran en pro de nuestra salud, luego, esos mismos aplaudidores cuando tienen un vecino sanitario afectado y en cuarentena por la enfermedad lo rechazan como ese como a esa médico que fue repudiada por algún indeseable de su edificio, con una indecente pintura en su coche. Hay que pensar que solamente el escribidor merecía ese denigrante calificativo de”rata asquerosa”; y por ello no debemos juzgar a todos…pero da que pensar.

Calle arriba aparece una mamá con su pequeño hijo que casi ayer caminado cuando sacado a la calle en un insólita estampa, con la compañía de un perrillo. Poco antes, dos de la urbana inspeccionaban el interior de un bus por varios minutos, y un auto de la policía sin distintivos iba con su sirena particular, enfilando a toda pastilla la calle.

Leo en Le Monde que los, sismólogos en este caso, que dicen que debido al cese de los ruidos de trenes, aviones, camiones, autocares, máquinas que se percibe el rumor de la tierra, esas placas continentales sobre las que nos asentamos, responsables de terremotos de la tectónica de placas y por ende de esa modificación de los continentes a lo largo de cientos de millones de años, que volverán a soldar América con Europa, que siguen moviéndose y a las que se debe que la tierra siga siendo un ser vivo, porque de otro modo todo desaparecería.

Lo que sí, sensible dicen, es ese vagar de los animales salvajes que por su medio se desenvuelven y que incluso podrían recuperar sus hábitos diurnos si es que no volvemos a someterlos a una fuerte presión. Yo, mientras tanto, a veces me pregunto si no seré un medio de presión ambulante que se pasea por el monte. Habrán de revisarse muchas cosas después de la crisis, porque me pega que ni por estas escarmentaremos o sí cuando nuestro bolsillo, escaso de recursos, nos impulse a la austeridad. Como especie, y me temo que individualmente, no tenemos remedio, porque saldremos a volar a todos los confines del planeta, invadiremos los paraísos, mancillaremos los mismísimos  Himalayas con nuestros desechos.

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